viernes, 3 de octubre de 2014

Senderismo fluvial por el río Chillar





En Carretera y manta venimos recorriendo muchos caminos y pateado muchas veredas, pero seguimos pensando que siempre la última caminata ha sido la mejor. Y durante los días posteriores a cada ruta nos invade una viva emoción. No conseguimos quitarnos de la cabeza la idea de volver sobre nuestros pasos para desandar lo andado y  perpetuar algunos momentos, detenernos ante algún paisaje que hemos dejado quizás para siempre atrás. Pero por encima de todo nos atrapa el proyecto de volver cuanto antes a este sitio para compartir esas emociones con los seres más queridos. Afortunadamente las nuevas tecnologías nos permiten hoy compartir con todos esas experiencias que tanto nos satisfacen. Eso es precisamente lo que nos ha ocurrido con la ruta por el río Chillar. Decir que es diferente es no decir casi nada. Tenemos la sensación de estar superando una nueva frontera, pisar un terreno nuevo, caminar con bastones y calzados de senderismo por el cauce de un río durante muchos kilómetros, entre cañones profundos y estrechos, superando saltos de agua y bañarnos en pozas que nos vamos encontrando a nuestro paso. Porque este lugar nos permite como en pocos sitios experimentar el senderismo en el agua.

 Nuestra caminata empezó en la localidad malagueña de Frigiliana para terminar en Nerja. Hay que seguir las indicaciones del GR- 242 y 249, denominada esta última Gran Senda de Málaga, para bajar hasta el río Higuerón. Una vez allí tuvimos que superar algunos momentos de dudas por una intensa y persistente lluvia que no esperábamos y que nos hizo temer una repentina subida del cauce por el que debíamos caminar. Pero un kilómetro más arriba la vereda inicia una fuerte subida hasta las aristas que divide el Higuerón y el Chillar. En este punto cesó momentáneamente la lluvia, se fueron levantando poco a poco las nubes y ante nosotros el espectáculo de la naturaleza en estado puro. Algunos tomamos conciencia de que nos encontrábamos en el corazón del Parque Natural de Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Los más experimentados nos dejaban de hablarnos de los picos y cumbres que se descubrían ante nosotros: el Cisne,  el Almendrón, el Cielo. Y más adelante se adivinada el Barranco de los Cazadores al que muchos llaman el Machu Pichu malagueño. Palabras mayores del montañismo andaluz. Pero debíamos continuar rodeando vaguadas para acometer una fuerte pendiente en bajada para acceder finalmente a lo que era sin duda lo más esperando de la jornada. 

 Estábamos en la cabecera del río Chillar, cerca también del término municipal  de Cómpeta, para recorrer su cauce siempre en bajada. El calzado, cómodo y ligero, para sujetar bien el pie, en nuestro caso unos tenis viejos de los que no queremos desprendernos, casi una segunda piel. Otros inician el recorrido en bañador. Las aguas son cristalinas pero a veces no se adivina el fondo por lo que son imprescindibles los bastones de apoyo para medir la profundidad y no caerse con las  piedras resbaladizas. Esta parte alta es más complicada y tiene cierta dificultad, por lo que uno no puede  despistarse si no quiere caer al agua, sobre todo si sostiene una cámara de fotos en sus manos. Las pozas que nos vamos encontrando son un verdadero vergel donde muchos se bañan y todos descansan. 

Pero algunos estábamos impacientes por atravesar los famosos cahorros que habíamos visto tantas veces en imágenes. Aquí el cauce carece de ribera. De una belleza sobrecogedora, atravesamos pasillos de roca de más de 60 metros de alto erosionados por el río y altas paredes rocosas cubiertas de vegetación. Se trata de desfiladeros tan profundos que podemos tocar con las manos ambas paredes. Encajonados en el río, la marcha se hace algo lenta hasta que llegamos a la fábrica de la Luz, que tiene una cascada. A partir de este punto, el horizonte se abre y el cauce abandona los desfiladeros para continuar por una rambla y tras dos kilómetros llegamos al aparcamiento. Sin embargo, el anuncio del final de la ruta son las zapatillas, que han quedado inservibles, colgadas de los cables de la luz.

La ruta, de unos 18 kilómetros que se cubrieron en unas 9 horas, estuvo organizada por el club senderista Camino y Jara de Algeciras, y guiada magníficamente por el rutero Juan Antonio, y de cola Fernando, al que hay que agradecer la paciencia que demostró con los fotógrafos.










































































































3 comentarios:

  1. Muy bueno todo Antonio, la crónica y las fotografías, lo digo muy en serio... Pata Negra.

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  2. ¡Qué gran reportaje fotográfico! La primera foto impresionante!

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