miércoles, 19 de febrero de 2014

Plaza de Sant Felip Neri, Barcelona






Un oasis en pleno centro de Barcelona y uno de esos espacios imposibles que aún perduran en el tiempo. Escondida en el gótico y protegida por estrechos callejones y recovecos pero al mismo tiempo tan cerca de la plaza Sant Jaume y de la catedral que resulta sorprendente. Un remanso de paz en uno de los lugares con más encanto de la ciudad donde todo parece detenerse. Tan aislada de su entorno que resulta difícil encontrarla en medio de un laberinto de callejuelas. Pero la recompensa es inmediata porque enseguida tenemos la certeza de haber llegado a un lugar especial. Tras atravesar un arco parece que el tiempo se ha detenido. Y si no hay nadie, sólo se escucha el murmullo del agua de la fuente que preside la plaza en lo que fue un antiguo cementerio medieval. Escenario de numerosas novelas y películas, la serenidad y la magia definen este espacio en el que la ciudad encuentra su equilibrio.

Pero esta plaza envuelta en la tranquilidad esconde una historia terrible. Fue escenario de un bombardeo de la aviación franquista en enero de 1938 que se saldó con 42 víctimas, la mayoría de ellos niños, alumnos del colegio San Felipe, al hundirse el techo del sótano donde encontraron refugio. Todavía son apreciables las heridas de la guerra civil en las paredes de la iglesia que dejaron los impactos de la metralla. 

 Muchos edificios tuvieron que ser reconstruidos. Sólo quedó la fachada de la iglesia y parte de su estructura. Junto a ella se encuentra la Congregación del Oratorio de San Felipe y aquí se ubican también dos edificios gremiales de los caldereros y los zapateros, donde se ha montado el Museo del Calzado Antiguo. Enigmática y conmovedora, merece la pena perderse por este entramado de calles del barrio gótico de Barcelona para desembocar finalmente en esta plaza mágica donde el tiempo se ha congelado.




























lunes, 3 de febrero de 2014

San Blas de Benaocaz




Cuando cada 3 de febrero sale la procesión de San Blas de la ermita del mismo nombre en Benaocaz los asistentes se quedan atónitos. No esperan que el cortejo procesional sea recibido bajo los acordes de "Bailando", ni mucho menos que el copatrón de esta localidad serrana sea balanceado al ritmo de la conocida canción de Alaska.












No importa si es la primera vez que se acude, esta antigua manifestación religiosa siempre sorprende a propios y extraños. La tradición dice que San Blas, aparte de médico y obispo, fue un santo bueno y manso, además de curar las afecciones de garganta. Por ello desde hace muchos años los benaocaceños han honrado a su copatrón colgándole chorizos y morcillas, y hoy en día acompañándole masivamente durante su recorrido por las calles a ritmo de coplas y ritmos alegres. Los fieles se contagian y no se resisten a participar en la fiesta. 







En todo el trayecto, a ritmo del “Chocolatero”, San Blas no se olvida de visitar a los más necesitados de sus favores, por lo que el recorrido suele cambiar en función de los enfermos que tiene que visitar.  










A San Blas le pedimos salud para la garganta y algunas dosis de optimismo que buena falta nos hace a todos. 










































(Fotos de 3/ 2/ 2013)