jueves, 25 de febrero de 2016

Febrero en la playa de Los Lances de Tarifa




En el extremo sur europeo, la playa de Los Lances y la isla de Las Palomas nos ofrecen siempre imágenes sorprendentes. Y  un día gris, de nubes bajas, tiempo revuelto y algún que otro chaparrón puede depararnos ese pulso entre los diversos elementos de la naturaleza. El cielo, el mar y todo el entorno costero parece que se ponen de acuerdo para ofrecernos un homenaje a los colores y las texturas salvajes que nos rodean bañando todas las imágenes de  azules, blancos, rosas y violetas. 
El agua cristalina sirve de espejo a todas las luces y al sol que este día se esconde pero que se hace presente finalmente en algún momento haciéndose un hueco entre las nubes.

Ahí van esas imágenes captadas una tarde de febrero en este entorno privilegiado que no puede dejar de mirar al Estrecho. 
                   































lunes, 15 de febrero de 2016

Tajo de Las Escobas y zona del río de Los Molinos en Tarifa




Hay días que parecen diseñados para poner a prueba la afición al senderismo de cualquiera. Días en los que hace falta algo más que esa fuerza que nos empuja cada fin de semana a madrugar para hacer kilómetros y superar desniveles. Días en los que quizá sea necesario recurrir a ciertas dosis de locura para superar algunas pruebas que nos va poniendo en el camino la propia naturaleza para acometer algunas empresas. Es difícil de explicar y más difícil todavía entenderlo por quien no haya experimentado todas las sensaciones que puede depararnos el senderismo. Porque en el fondo todos somos conscientes que en la montaña cada paso, cada esfuerzo, encuentra una rápida recompensa.
En la última ruta organizada por el club senderista Camino y Jara el amanecer nos recibió con todos los elementos en contra. Sin solución, y nada más bajarnos del autobús, de manera brusca los indiscutibles protagonistas de la mañana pasaron a ser la lluvia, las fuertes rachas de viento, el frío y la niebla. El horizonte no era otro que ascender hacia las alturas donde estos elementos se manifiestan en toda su plenitud y, a monte abierto, se hacen más presentes a cada paso para mostrarnos lo indefensos que podemos llegar a ser. Pero es cierto que tras la tempestad llega la calma y que después de horas a merced de estos elementos podemos también ser testigos privilegiados del espectáculo de la naturaleza.
La caminata comenzó en la zona del Cuartón, entre Algeciras y Tarifa, para efectuar un rápido ascenso hacia una zona de antenas, visibles desde casi toda la comarca del Campo de Gibraltar, conocida como Tajo de las Escobas o de la Corzas, desde donde los días claros se puede disfrutar de extraordinarias panorámicas de las dos orillas del Estrecho. Pero en esta ocasión la niebla y las dificultades meteorológicas hacían imposible cualquier visión e incluso detenerse mucho tiempo en esta cota. Por lo que se continuó por el cortafuegos en dirección a la Sierra de Ojén hasta que iniciamos un descenso por un canuto próximo al río Los Molinos buscando la pista que conecta con la carretera de Tarifa a Facinas.
Descubrimos que en este canuto, siempre en bajada, nos esperaba esa recompensa que nos tenía reservado el monte y que de alguna manera andábamos buscando. Sin duda uno de los lugares más verdes, recónditos y poco conocidos del Parque de los Alcornocales. El ambiente húmedo de estos canutos ha permitido un microclima que nos atrapa enseguida. Un paisaje cubierto de musgos, líquenes, hiedras y helechos. Además la persistente lluvia y la niebla parecían ahora aliarse con el paisaje. La marcha se hizo inevitablemente más lenta y todos sacamos las cámaras para detener el tiempo y llevarnos algo de este lugar mágico.

La salida de este canuto coincidió con una mejora del tiempo y aprovechamos para recuperar fuerzas y cambiarnos. A lo lejos ya se divisaba el tarifeño Santuario de la Luz y detrás la Sierra de Enmedio, y a un lado las Sierras de Fates y de Ojén. Superamos el río Los Molinos, todavía con poco agua, y paramos frente a lo que se conoce como chozos moriscos. Pasamos también junto a unos abandonados y sorprendentes alojamientos rurales perfectamente integrados en el paisaje. Un último esfuerzo por una pista que cogemos junto a una central eléctrica nos lleva, tras casi diez horas de enormes sensaciones, hasta el autobús de regreso.