Estos corrales constituyen
hoy un conjunto histórico, cultural y medioambiental que siguen siendo
utilizados como unas de las artes de pesca más antiguas de Europa. En cuanto a su
origen, algunos historiadores lo atribuyen a la época romana. En realidad son trampas
de piedra que juegan con las mareas para capturar especies marinas que acuden a
su interior. Estos cerramientos artificiales se construyeron con las llamadas
piedras ostioneras y otros materiales que le dan solidez. Comunica con el mar
con una serie de caños cerrados con una rejilla para atrapar a los peces.
En
nuestro reportaje nos hemos centrado de uno de los corrales que está situado
entre el faro y el río Guadalquivir, una zona estratégica desde el punto de vista
ecológico, por lo que existen restricciones pesqueras para proteger estos
recursos.
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