Un tren mítico, que asciende a casi 3.500
metros de altitud en medio de los Alpes suizos. La estación más alta de Europa.
Una experiencia que merece tener al menos una vez en la vida. Su final es una
plataforma y observatorio meteorológico con vistas sobre tres picos
emblemáticos (Jungfrau, Eiger y Möch) y un espectacular glaciar.
Todo
un entramado de ferrocarriles que van serpenteando unos verdes valles y que
conecta con un funicular cremallera que nos lleva a los blancos
glaciares. Una gran obra de ingeniería que ya ha cumplido cien años.
En
nuestro caso partimos de Lauterbrunnen, en medio de un espectacular valle. Se
asciende hasta la estación intermedia de Kleine-Sheidegg, un puerto de montaña a
más de dos mil metros de altitud. Desde allí se toma el funicular final que
debe salvar un gran desnivel en solo 9 kilómetros, 7 de ellos por un
espectacular túnel.
Una vez arriba solo cabe disfrutar de unas vistas sobre cimas míticas y el glaciar Aletsch, el más grande de Europa. Una experiencia inolvidable
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