sábado, 25 de enero de 2014

Lobos cinematográficos de Wall Street





La casualidad quiso que nuestra visita al distrito financiero de Nueva York coincidiese con el rodaje en sus calles de algunas escenas de la película de Martín Scorsese que estos días se estrena en nuestros cines con notable éxito de taquilla. Por ello pudimos ser testigos de la expectación que levantaba entre todos los turistas la filmación de escenas como en la que el protagonista atraviesa la estrecha calle Nassau, en el corazón de Wall Street, en dirección a la oficina. Un cordón de seguridad nos separaba de las cámaras pero se podía seguir la escena a cierta distancia, así como reconocer a los actores principales.











La película. “El lobo de Wall Street” se inspira en la vida de Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio), un broker que acabaría en la cárcel después de numerosas prácticas fraudulentas. Retrata el ascenso y caída de este aprendiz de valores al que le enseñaron que lo único importante era ganar dinero. Fundador más tarde de una agencia bursátil, al que el dinero parecía caerle del cielo, aprenderá a saltarse las normas hasta que fue encarcelado por fraude y lavado de dinero. Una historia de grandeza y decadencia ambientada en los años 80 y 90.


Tras rodar la escena repetidas veces para regocijo de los curiosos, llegó la hora del almuerzo. Y de pronto todos los actores y extras se confundieron con el público. Sus figuras nos resultaban familiares al evocar incontables películas. Enchaquetados y raudos en dirección a bancos, bufetes de abogados, corredurías de bolsa o asesorías financieras. Y situados en el centro de esta maraña ya no sabremos a ciencia cierta si estamos en medio de una ficción cinematográfica o más bien en el más real de los mundos. En el corazón de las finanzas mundiales donde nadan estos tiburones financieros. Que hacen y quieren el dinero sin ningún tipo de remordimientos. Porque todo gira alrededor del dios dinero.






Grupos de lobos que se dedicarán a hacer fortuna. Como Belfort y su manada de traficantes de acciones que engañaban a sus compradores como si fueran corderos. Persiguiendo el sueño americano se saltaron tantas reglas que contribuyeron decisivamente a provocar la gran burbuja de 2008 de la que todavía no nos hemos recuperado y que ha dejado a muchos países al borde de la bancarrota. Es la crónica de unos años en los que todo valía con tal de ganar dinero. El ambiente agresivo de los 80 propició prácticas ilegales e hicieron aumentar las OPA hostiles. Algunos amasaron enormes fortunas, otros acabaron en la cárcel por fraude.






Símbolo de la cultura del dinero, en medio de este impresionante bosque de rascacielos, esta zona aglutina a los grandes bancos, corporaciones, la Bolsa y todos los símbolos del poder financiero. No podemos evitar recordar esas imágenes en blanco y negro que nos dejó la Gran Depresión iniciada tras el colapso de 1929. Pero es también la parte más antigua de la ciudad, donde se construyeron las primeras iglesias y los primeros parques. Su nombre procede del muro edificado para evitar que los indios entraran en Manhattan


Pocos cruces de calles han tenido tanta trascendencia en el mundo como el de Wall St. con Broad St. Aquí se encuentran tres edificios históricos: la Federal Hall National Monument, el lugar donde George Washintong fue investido presidente en 1789. Muy conocida su estatua mirando a la bolsa desde unas escalinatas, este edificio de estilo clasicista anteriormente fue Casa de Aduanas y en su interior hay una exposición sobre la Constitución.








El edificio de la bolsa (New York Stock Exchange) es el paraíso de los inversores, el auténtico corazón de las grandes empresas y eje del mundo financiero. Pero desde los atentados de las torres gemelas permanece cerrada a las visitas del público.











Y muy cerca de allí la Iglesia de la Trinidad, construida a mediados del siglo XIX. De estilo neogótico, hoy está muy encajonada y casi empequeñecida por los altos edificios que la rodean. En sus alrededores todavía se escuchan los ecos de la acampada de protesta de los activitas del movimiento Ocupy Wall Street, grupos que nacieron después del 15-O para denunciar el poder casi absoluto que han adquirido en el mundo de hoy las empresas. Y muy cerca de allí la Reserva Federal, el banco de los bancos, que emite la moneda de los Estados Unidos.




En este pequeño espacio, en este cruce de calles estrechas y cortas, se sitúa el corazón de las finanzas mundiales cuyas fluctuaciones tienen una rápida repercusión en todo el planeta.   





viernes, 17 de enero de 2014

Casas Viejas desde Casas Viejas



Casas Viejas perdió hasta su nombre para hacer olvidar una tragedia ocurrida hace ahora 81 años. Un fatal mes de enero de 1933. Siguiendo una convocatoria de huelga general, campesinos afiliados a la CNT iniciaron una insurrección para proclamar el comunismo libertario desencadenando una fuerte represión que se saldarían con una veintena de muertos y el inicio de una leyenda negra que iba a perdurar hasta nuestros días. Su población ha estado desde entonces condenada al silencio porque pocos se han atrevido a hablar de unos sucesos que conmocionaron a toda España y que marcarían el devenir de la Segunda República.




   Sin embargo, desde el año pasado sus vecinos vienen organizando unas jornadas para recuperar estos hechos. Son las Jornadas de los Sucesos de Casas Viejas, iniciativa conjunta de Fundación Casas Viejas, Amigos de Mintz, el grupo de teatro Hijo de la Luna y el propio Ayuntamiento, con la colaboración de otras entidades, como el instituto de enseñanza secundaria, asociaciones de mujeres y una serie de establecimientos de la localidad. Si en la pasada edición se propusieron dar a conocer los lugares relacionados con estos hechos históricos, en esta ocasión se han centrado en sus protagonistas, en las personas que tomaron parte activa o se vieron envueltos en los acontecimientos.



Así, se ha montado una exposición fotográfica, Casaviejeros 1933. De la esperanza a la derrota, para recuperar la memoria de los que desde cualquier posición fueron testigos de los sucesos. Asimismo, los organizadores se han propuesto, lejos de los tradicionales foros académicos, llegar a todos para buscar una mayor participación. Por eso hasta los bares se han llenado de libros, folletos, fotografías y periódicos de la época como homenaje a los historiadores, fotógrafos o periodistas que han mantenido viva esta memoria o desvelado algunos aspectos tan olvidado durante décadas. También se organizaron tertulias en las que podían hablar los vecinos. Incluso estos establecimientos se han puesto de acuerdo para ofrecer durante estos días los mismos platos que se comían antaño.

Otros han salido a la calle para compartir esta historia mediante visitas guiadas por los lugares de los sucesos, abriendo de esta forma nuevos espacios de diálogo y reflexión. Y esas calles se han llenado de visitantes para conocer la historia narrada de primera mano. No sólo para recrear la tragedia, sino, sobre todo, gracias a un gran esfuerzo de contextualización, dar a conocer las claves imprescindibles para entender las causas y circunstancias que pueden ayudarnos a entender este estallido revolucionario. Una historia de frustraciones ante una reforma agraria que no llegaba, de promesas incumplidas, y sobre todo de desesperación y de injusticia social.

Además, han querido hacernos partícipes de lo que sintieron los protagonistas, conociendo la historia desde dentro. Por eso unos de los espacios habilitados, el pequeño salón de la Fundación Casas Viejas, se convirtió en la choza de Seisdedos durante los momentos previos a su asalto e incendio por las fuerzas de orden público. Una historia narrada que no por conocida deja de conmover al reducido número de público, apenas una veintena, porque se rompen las barreras y las distancias para compartir uno de los momentos más trágicos de estos episodios. Resulta imposible no emocionarse al sentir en la propia piel, codo con codo con los actores en el interior de esta espacio estrecho y a oscuras, todo el pánico, la angustia y el miedo que sintieron sus antepasados.

Han pasado más de ochenta años pero un nuevo aniversario nos vuelve a plantear la necesidad de debatir sobre nuestro pasado como único modo de superarlo. En Casas Viejas ya no hay sitio para el silencio. Los lugares albergan ahora representaciones, exposiciones y tertulias. Sus habitantes han apostado por romper una espiral de olvido para sacar todo el dolor hacia fuera y mirar a la historia de frente y hacernos a todos partícipes de la memoria de unos hombres que soñaron con un reparto más justo de la propiedad de la tierra y una nueva formar de organizar las relaciones laborales.









































miércoles, 8 de enero de 2014

Territorio Estrecho. Año Nuevo en la bahía de Algeciras.



Existe una noche al año en la que los buenos deseos son capaces de unir a todos los habitantes de uno de los espacios estratégicos más importante en el pasado y de contrastes más acusados en el presente. La bahía de Algeciras se ilumina y se convierte durante unos minutos en un crisol con todo tipo de materiales pirotécnicos lanzados desde todos los rincones para saludar el año nuevo.




Es el Territorio Estrecho, según término acuñado por el escritor Juanjo Téllez. Una zona donde confluyen Europa y África, el Mediterráneo y el Atlántico, la colonia británica de Gibraltar, diversas poblaciones de una comarca con unos fuertes localismos y, enfrente, Marruecos. Dos continentes, un mar y un océano y tres países Pocos lugares del mundo pueden presentar un arco tan variado y heterogéneo. Y sin embargo esa noche todos miran al cielo al unísono esperanzados con un futuro que se presiente común. Incluso los barcos fondeados en la bahía de otras banderas y nacionalidades se contagian del ambiente festivo y lanzan también sus bengalas al aire.




Zona de gran trascendencia territorial y cultural, que ha soportado una gran presión histórica desde la Antigüedad, la amplia bahía, situada en el extremo de las cordilleras béticas, se abre al Estrecho y hacia los sistemas rifeños del norte de África. El sur más profundo. Puente de culturas y de civilizaciones. De encuentros y de desencuentros. Dominio de fenicios, romanos, árabes, cristianos. Una frontera permanente de mundos, culturas y tópicos.




Sus habitantes perciben un entorno donde este efecto frontera se hace muy acusado como fruto del secular aislamiento y de la política de los respectivos gobiernos. Y aún hoy los pescadores que desde el litoral hispano lanzan sus cañas hacia este paso de Hércules y miran hacia el otro lado sienten que un abismo les separa. Ante su horizonte, una doble frontera; a un lado Maruecos y el Magreb, y al otro Gibraltar, con un contencioso desde Utrecht.





Pero por unos minutos durante la última noche del año este espacio se convierte en un marco de convivencia común. Es la noche de los deseos en el crisol de culturas de este Territorio Estrecho. El diálogo transcultural, la interculturalidad, convierte a los pueblos en más solidarios. El acercamiento cultural debe marcar a las sociedades más avanzados. Feliz Año Nuevo a todos.