sábado, 29 de marzo de 2014

Barrio Gótico de Barcelona



Dicen que detrás de cada puerta existe un artista, de cada fachada un taller. El barrio gótico de Barcelona tiene muchas sorpresas escondidas. El núcleo más antiguo de la ciudad es hoy una de sus zonas más interesantes y constituye una hermosa experiencia pasear por sus estrechas callejuelas donde cada rincón tiene su propio encanto.

Un barrio lleno de vida. Donde es posible disfrutar en pequeños bares, cafés y tiendas especializadas que dan colorido a este entorno. Es posible también encontrarse en algunos de estos locales curiosos con pintores, escultores, escritores o alumnos de prestigiosas escuelas de cocina. Un espacio amable en el corazón de esta gran urbe.

Ideal para viajar en el tiempo y perderse por este laberinto de calles y desembocar en pequeñas plazas donde todavía existen rincones de paz para pararse a escuchar el silencio o el ruido de sus fuentes.

Todo el barrio es un conjunto armónico. Aunque es imprescindible situarse en la plaza del Rey. Un espacio único y soberbio. Allí confluyen el Palacio Real Mayor, residencia de los condes de Barcelona y Reyes de la Corona de Aragón, al que se accede por unas escalinatas, el Salón Tinell y la capilla de Santa Ágata, ejemplo del gótico del principios del XIV. Todo ello forma parte hoy del museo de historia de la ciudad.

Pero aquí no se acaban las sorpresas. Porque bajo este conjunto de edificios, en las entrañas del barrio, se conservan los restos de la antigua Barcino romana, cuyas excavaciones ha permitido recuperar parte de las estructuras del siglo I a. C. Una ruta subterránea a la que se accede por el propio museo. Impresionante tanto por su emplazamiento, en un palacio medieval, como por su continente, en el que se destaca esta visita al enclave romano. Muy cerca de allí, la fuente de la plaza de San Felipe Neri crea su propia música y ante la iglesia de Santa María del Mar o la propia catedral nos reencontramos con el gótico en todo su apogeo.

La calle del Obispo, con su famoso pasaje neogótico, nos conduce hasta la plaza de San Jaime, donde se encuentran el palacio de la Generalitat y el Ayuntamiento. Y junto a este lugar, protegido por este laberinto de calles, sin que ninguna señal lo delate, otro espacio inesperado y sorprendente: las tres inmensas columnas, con sus capiteles corintios, de lo que fue el templo de Augusto.

Rincones llenos de historia en los que conviven restos de diversas épocas. Mezcla de murallas y columnas romanas con iglesias y palacios medievales. Cada piedra cuenta su propia historia. Cruce de culturas, influencias y tradiciones, en este lugar de encuentro que siempre fue esta ciudad. Una urbe moderna en permanente diálogo con su pasado que no olvida su propia historia. Abierta y cosmopolita como ninguna, aquí Barcelona brilla con todo su esplendor



Basílica Santa María del Mar 

































Escalera de acceso a la segunda planta de la Casa Padellás, sede del Museo de Historia de Barcelona.  


         Subsuelo arqueológico de la Plaza del Rey



Salón del Tinell



                                                     Plaza del Rey 


                                                Capilla de Santa Ágata 








Palacio Real Mayor 







Catedral 









                                                           Plaza de San Felipe Neri 


Palacio de la Generalitat 


Calle del Obispo





Templo de Augusto 













sábado, 15 de marzo de 2014

Senderismo invernal por el valle de la Cerdaña (Pirineos leridanos)



     Deslizarse con raquetas de nieve entre bosques y prados de alta montaña constituye toda una aventura invernal que hemos realizado gracias a nuestros amigos catalanes que nos condujeron por uno de los valles más alto de Europa, el de la Cerdaña, una zona fronteriza entre el Principado de Andorra y la Sierra del Cadí, un paraíso envuelto de montañas donde desaguan algunos lagos pirenaicos hacia el río Segre. Concretamente nuestra excursión discurrió en una zona próxima a la localidad de Aransa.
      Hasta allí se llega por la carretera que une Puigcerdá con la Seo de Urgell, hasta que, a la altura de Martinet, se debe coger otro cruce hacia Lles de Cerdaña y Aransa. Y desde este punto, ya siempre con cadenas, hasta la estación de esquí nórdico de Aransa. Una vez allí se inicia una ruta ascendente de unos 10 kilómetros entre un bosque espeso de pinos caminando a través de un entramando de senderos, todos ahora borrados por la nieve, y campo a través. Sólo las huellas de otros excursionistas y las señales rojas en los troncos de los árboles deben servirnos de guía.
  Conforme vamos ganado altura iremos tomando conciencia de la grandiosidad de las moles que nos rodean. Evidentemente se trata, para los que no estamos acostumbrado a llevar raquetas, de una ruta exigente, con cierta dificultad en los tramos finales pero que tiene su recompensa cuando se corona el alto del Mirador a 2.150 metros, donde se disfruta de una magnífica panorámica sobre el Alto Urgell, la Cerdaña y la Sierra del Cadí  Hasta que un cambio repentino en la meteorología, y lo avanzado de la hora, aconsejara iniciar un rápido descenso. Ahí van esas fotos de esta aventura pirenaica.