miércoles, 28 de octubre de 2015

"Ruta de los aljibes de las Sierras de Ubrique y Villaluenga" por Juan Manuel Román García



     Por todos es sabido que la Sierra de Cádiz es la comarca que mayor pluviometría aporta a las estadísticas nacionales, concretamente 2200 l/m² en Grazalema de media anual aproximadamente. Pero la estructura cárstica de la zona hace que este agua no permanezca en la superficie, sino que se filtre a través de acuíferos subterráneos, por lo que los veranos representan desde tiempo inmemorial un verdadero obstáculo para nuestros ganaderos. Para suplir esa carencia desde hace siglos se construyeron una serie de aljibes a lo largo de esta Sierra
Por ello hemos organizado una ruta, acompañados por los compañeros de los clubes senderista 3 Caminos de Ubrique y Camino y Jara de Algeciras,  para conocer los aljibes de los términos de Ubrique y Villaluenga del Rosario, hasta un número de nueve aljibes, y uno de los  nacimiento de abastecimiento de la población de boca de la primera localidad.  
El aljibe es una estructura de obra semi enterrada. Su agua suele proceder de la lluvia recogida en los tejados de las casas cercanas,  del propio tejado del ajibe y de las acogidas del entorno canalizadas hasta él. También los hay naturales, en vasos que  la misma piedra retiene y un sistema de polea extrae el agua para abrevar el ganado. 
Con este motivo, y aprovechando las primeras aguas otoñales, que para un ubriqueño implica el transito entre las fiestas septembrinas, de final de verano, y la navidad, y que viene marcada por una fecha principal, el día de los Paseos, ya entrados en noviembre, muy al principio,  y donde los niños degustan los manjares de los frutos de otoño,  y los adultos el fruto de la vid. Además de compartir jornada con amigos y familia, eso es precisamente lo que hicimos este sábado, suponía un anticipo del puente de los Santos, que adelantamos una semana. Compartimos una jornada memorable con nuestros amigos senderistas de Camino y Jara. No faltaron los frutos secos, cogidos in situ de los nogales, más bien a los pies de los mismos,  por lo tardío de la fecha, y un poco adelantados a la fermentación del mosto joven, y por ello,  el pacharán hizo simbólicamente de urdidor de encuentros e inspiró a los de uno y otro lado a compartir las viandas. 
El paseo fue espectacular, a mi entender, fueron unos 18,6 Kms. con un desnivel acumulado subiendo de 1103 m  y bajando de 1129 m. Más o menos como los estadios de una relación amorosa, fuerte al principo, Ubrique El Alto con las ruinas de Unrica,  perdida entre lentiscos, caleras, altares improvisados, el Llano de la Munición, las cruces talladas en la senda que dirige al Paso de los Carboneros, los Pedernales (aquí conocidos por los pernales)  y la Cruz de la Vieja, en honor de la pobre Isabel Barea, despeñadas hace años por esos riscos.  Suave y cálida en su trayecto,  Manga de Villaluenga, aljibes del Chaparral, bajo y alto, la Magdalena, del Médico, y por último los aljibes del cerro  de Algarrobal y aspera pero no exenta de belleza al final, con su pedregal calizo,  para concluir con una eclosión lúbrica que sólo da el líquido elemento a las faldas de la Merga en la Casa del tío Paco, y por último el acuífero del Algarrobal. 
Quiero expresar nuestro agradecimiento a nuestros paisanos en la diáspora:  Manuel Clavijo, Guillermo Salas, Manuel Díaz , Rivera y Antonio Morales, alma mater de este encuentro, a Alfonso Natera por sus múltiples participaciones en nuestra Carrera Popular de los compañeros de las Nutrias Pantaneras, que estos días precisamente alcanzó su vigésima segunda edición, a Amador, Paqui, Daniel, Víctor y por supuesto a Alberto Escalona que con su presencia ruta tras ruta, compartidas con nosotros , respaldan nuestra pequeña aportación a esta actividad que como diría uno que yo me sé,  ha venido a quedarse.  
Nos vemos en Las Esclarecidas.
(Juan Manuel Román García es miembro del Club Senderista 3 Caminos). 













































































































sábado, 17 de octubre de 2015

Valle del Genal desde Benarrabá en otoño




Se dice que la localidad malagueña de  Benarrabá es la auténtica vigía del Genal, dada su privilegiada situación en la zona media del valle, cuyo único horizonte es este extraordinario espacio natural de la Serranía de Ronda. Sin duda desde allí se obtienen las mejores vistas panorámicas y su otoño nos ofrece toda la gama de colores, entre el verde y el amarillo, que podamos imaginar.
En esta ocasión nos hemos anticipado un poco al emprender nuestra ruta durante los primeros días de octubre, cuando todavía no se ha superado el ecuador de la estación y no ha estallado en toda su plenitud, es decir con todas sus tonalidades otoñales, lo que se ha denominado “primavera del cobre” en estos bosques de castaños.
En esta ocasión, la propuesta senderista de los ruteros Salas del club Camino y Jara nos debía llevar desde las alturas de esta localidad hasta lo más profundo de sus valles. Desde la atalaya hasta las umbrías de sus arroyos. Una ruta con mayúsculas, en todos los sentidos, al vernos rodeados de alcornoques, encinas, pinos y castaños. También de helechos, madroños y brezos, combinado para ello veredas y pistas forestales.

Al principio caminamos ladera abajo en un vertiginoso descenso por el camino que  lleva hasta Genalguacil buscando el río Genal. Cuando se llega abajo tenemos que cruzar el puente para continuar por el término municipal de Jubrique y cambiar de vertiente para seguir caminando por la margen izquierda siguiendo las indicaciones de la GR-141, denominada Gran Senda de la Serranía de Ronda. Descubrimos hileras de chopos que se van desprendiendo de unas hojas que cubren el suelo. Ancladas en las rocas encontramos pasarelas metálicas que nos permiten superar las dificultades y casi caminar sobre el propio río, disfrutando de nuevas perspectivas de este ecosistema de ribera hasta ahora inaccesible y ver restos de antiguas conducciones de agua. Hasta que llegamos a una zona de ocio ideal para darse un chapuzón pero, aunque nos las prometíamos muy felices, nos encontramos con las inclemencias propias de la estación. Volver a Benarrabá supuso superar fuertes desniveles, que hay que tomarse con calma, al principio por una inclinada pista forestal y después por un empinado camino. De vuelta a Banarrabá, y tras reponer fuerzas, nos esperaba un nuevo descenso que nos condujo a otra zona del arroyo, y una nueva subida para finalizar la ruta en la venta del Mirador de la Sierra, en el término de Gaucín. Sin duda una nueva oportunidad para disfrutar de toda la intensidad otoñal que atesora este valle.