miércoles, 28 de enero de 2015

Bosque de Niebla del Estrecho de Gibraltar. La última selva del Mediterráneo


             El paraje de los llanos del Juncal, en lo alto de la Sierra de Ojén, en el límite entre los términos de Algeciras y Tarifa, goza de la mayor protección dentro del Parque Natural de los Alcornocales. Allí podemos encontrar lo que se conoce como "bosque de niebla", ya que los vientos de Levante y Poniente de esta zonas altas del Estrecho forman brumas que se quedan más de 200 días al año, provocando un microclima. 
      En algunas zonas podemos ver alcornoques y quejigos poblados por enredaderas y grandes helechos. Y más arriba un fantástico bosque de quejigos enanos también cubierto de musgo. Un auténtico bosque encantado en estos valles, conocidos como canutos, donde la humedad ambiental permite la precipitación horizontal. Bajo los quejigos, un denso sotobosque con una maraña vegetal impenetrable. 
   Bosques de laurisilva, árboles envueltos en una exuberante vegetación y especies subtropicales, propias de la flora terciaria, nos permiten tomar conciencia de que estamos en la última selva del Mediterráneo.   
















































lunes, 12 de enero de 2015

Lago y circo de Pessons (Andorra) con raquetas de nieve


Andorra es un paraíso para practicar los deportes de nieve. No hay que dar demasiadas vueltas, durante los meses invernales todo el Principado aparece cubierto de un manto blanco y puede presumir de ser el territorio esquiable más grande del sur de Europa. Sus profundos valles y montañas pirenaicas resultan idóneos, como pocos, para aventurarnos en el senderismo con raquetas de nieve, al que nos hemos ido aficionado en los últimos años.

Uno de sus lugares más interesantes es el circo glacial de Pessons, considerado el más grande del país. Allí se encuentra también su mayor conjunto lacustre por la sucesión de lagos dentro de este circo de granito. La localidad más próxima es Pas de la Casa, junto a la frontera francesa. Se puede acceder directamente desde Andorra la Vella  subiendo por la carretera CG-2. Pero resulta más rápido, y se evitan colas, si se entra desde Francia, como fue nuestro caso. Cruzamos la frontera en Puigcedá y desde allí se asciende paralelo al col de Puymorens hasta Pas de la Casa, donde cogemos la boca norte del túnel que nos evita toda la ascensión al puerto de Envalira. Después hay que buscar las indicaciones de la estación de esquí de Grau Roig (Grandvalira). Podemos dejar el coche en el aparcamiento situado junto a la escuela de esquí.  Allí mismo comienza la aventura.

La nevada nos había ido acompañando durante casi toda la subida por la calzada. Es sólo un aperitivo. Hay que cruzar un puente, que apenas vemos, porque está cubierto por la nieve. Cuando nos ponemos a andar es mejor no mirar demasiado hacia arriba para no ver lo que nos espera y concentrarnos en ir progresando poco a poco. La ruta comienza fuerte, hay que afrontar de inicio una verdadera pared con un desnivel de 200 metros. Esta ascensión resultó algo lenta, con alguna parada para coger aliento y porque debemos ir pegados a nuestra izquierda para evitar a los esquiadores que descienden por esta rampa,  por lo que a veces hay que dejar el camino cómodo para continuar por el más empinado. Pero conforme vamos ganando altura, disfrutamos de las vistas del conjunto de la estación de esquí que hemos ido dejando a nuestras espaldas. 

Llegados a lo alto de la colina, una pendiente más suave nos lleva hasta el primer lago de Pessons. Es un decir, porque el lago no lo vemos. Está completamente cubierto de nieve, incluso podemos caminar por encima con ciertas precauciones. A nuestra derecha el restaurante, último punto de servicios antes de ascender hacia el circo, y detrás el pico Baix del Cubil. Y delante nuestra los imponentes picos Montmalús, Ribuls y el Pessons, por encima de los 2.800 metros. Nuestro objetivo es ascender hasta los 2.500 metros para tener una perspectiva general del circo.

A partir de entonces abandonaremos las pistas de esquí y ya no nos encontraremos con más deportistas. Pero un grupo de montañeros nos ha precedido y ello nos permite seguir sus huellas durante un rato antes de que la nieve, que cae cada vez con más fuerza, las borre. Rodeamos el lago por la izquierda. Debemos caminar por el sendero de largo recorrido GR-7, con unas marcas rojas y blancas que sin embargo  no podemos encontrar porque la gran cantidad de nieve acumulada ha cubierto todas la señales. En el borde norte del lago atravesamos su último rastro. Apenas un pequeño curso de agua que vemos cómo se va cubriendo inexorablemente. Pero estas aguas heladas han dejado un pequeño pasillo, a modo de puente natural, que cruzamos con mucha cuidado. Como no para de nevar la temperatura no es demasiado alta y ello nos permite hacer fotos con cierta comodidad. 

La nueva subida es también exigente y tiene la dificultad de la gran cantidad de nieve que la hace lenta. A veces tenemos que ir en zig-zag para superar los repechos. Los bastones no encuentran suelo y eso hace que nos desequilibremos. Incluso hundirnos en la nieva. Pero se adivina en el horizonte, cada vez más cerrado, esa cota que debe permitirnos esa vista general de conjunto que perseguimos. Se atraviesa un bello paisaje de bosque de pinos que nos da idea de la riqueza natural del entorno en el que nos encontramos. Y, envueltos en el gris y en el blanco, no podemos evitar imaginarnos cómo podría ser esta paisaje durante las estaciones cálidas. Todo es de una sobrecogedora belleza. Y el silencio es nuestro aliado. Nadie nos ha acompañado en la subida, ni lo hará en la bajada. Nos invade la seguridad de que estamos solos. Y experimentamos como nunca esa soledad. Cara a cara con la montaña. La verdad del montañismo en toda su belleza. 

Pero hay que abordar la bajada por el mismo camino. Y llegarán las dudas. Por circunstancias no previstas. Las condiciones meteorológicas han ido empeorando conforme íbamos ganando altura y la nevada, cada vez más intensa, ha ido borrando cualquier huella. La nieve no ofrece pistas y nos hará dudar en algunos momentos sobre el camino a seguir. Pero nuestro amigo Marcel pudo orientarse y encontrar la senda correcta entre aquel bosque cada vez más blanco. La bajada, muy técnica y exigente que sin embargo pudimos completar con cierta rapidez por la urgencia del momento. Cuando llegamos al lago de Pessons pudimos comprobar que una espesa niebla bajaba de las montañas siguiendo nuestros pasos y cubriendo todo el horizonte. Tuvimos conciencia de la importancia de llevar un equipo adecuado porque cualquier contratiempo puede complicar el día.

La última bajada hasta Grau Roig se hizo sin complicaciones y con prisa para  reponer fuerzas. Tras atravesar las carreteras de esta país completamente nevado de norte a sur, el magnífico día culminaría con un arroz de montaña en un restaurante cerca de la localidad de  Pal. Una vez más tenemos que dar las gracias a nuestros amigos catalanes que nos han descubierto este deporte y proporcionan todo lo necesario para cubrir estas fantásticas rutas con garantías. 


                                           Estación Grau Roig (Grandvalira)




                                Primeras rampas


                          Tras 200 metros de desnivel, al fondo Grau Roig


                                        


   




                                    Progresando

                                   Esquiadores en sentido contrario 



                       
              Lago Pessons, helado
         




                                      Caminando por el lago
            
Nuestra dirección 











                                                      Al fondo, cotas de Pessons














Nueva ascensión 




















  



                                                                  Repechos finales hasta la cota. Empeora el tiempo.






Iniciamos la bajada.










                                  Vuelta a Estación Grau Roig


Intensa nevada en Pal