Andorra es un paraíso para
practicar los deportes de nieve. No hay que dar demasiadas vueltas, durante los
meses invernales todo el Principado aparece cubierto de un manto blanco y puede
presumir de ser el territorio esquiable más grande del sur de Europa. Sus
profundos valles y montañas pirenaicas resultan idóneos, como pocos, para
aventurarnos en el senderismo con raquetas de nieve, al que nos hemos ido
aficionado en los últimos años.
Uno de sus lugares más interesantes
es el circo glacial de Pessons, considerado el más grande del país. Allí se
encuentra también su mayor conjunto lacustre por la sucesión de lagos dentro de
este circo de granito. La localidad más próxima es Pas de la Casa, junto a la
frontera francesa. Se puede acceder directamente desde Andorra la Vella subiendo por la carretera CG-2. Pero resulta
más rápido, y se evitan colas, si se entra desde Francia, como fue nuestro
caso. Cruzamos la frontera en Puigcedá y desde allí se asciende paralelo al col
de Puymorens hasta Pas de la Casa, donde cogemos la boca norte del túnel que
nos evita toda la ascensión al puerto de Envalira. Después hay que buscar las
indicaciones de la estación de esquí de Grau Roig (Grandvalira). Podemos dejar
el coche en el aparcamiento situado junto a la escuela de esquí. Allí mismo comienza la aventura.
La nevada nos había ido acompañando
durante casi toda la subida por la calzada. Es sólo un aperitivo. Hay que
cruzar un puente, que apenas vemos, porque está cubierto por la nieve. Cuando
nos ponemos a andar es mejor no mirar demasiado hacia arriba para no ver lo que
nos espera y concentrarnos en ir progresando poco a poco. La ruta comienza
fuerte, hay que afrontar de inicio una verdadera pared con un desnivel de 200
metros. Esta ascensión resultó algo lenta, con alguna parada para coger aliento
y porque debemos ir pegados a nuestra izquierda para evitar a los esquiadores
que descienden por esta rampa, por lo
que a veces hay que dejar el camino cómodo para continuar por el más empinado.
Pero conforme vamos ganando altura, disfrutamos de las vistas del conjunto de
la estación de esquí que hemos ido dejando a nuestras espaldas.
Llegados a lo alto de la colina,
una pendiente más suave nos lleva hasta el primer lago de Pessons. Es un decir,
porque el lago no lo vemos. Está completamente cubierto de nieve, incluso
podemos caminar por encima con ciertas precauciones. A nuestra derecha el
restaurante, último punto de servicios antes de ascender hacia el circo, y
detrás el pico Baix del Cubil. Y delante nuestra los imponentes picos
Montmalús, Ribuls y el Pessons, por encima de los 2.800 metros. Nuestro
objetivo es ascender hasta los 2.500 metros para tener una perspectiva general
del circo.
A partir de entonces abandonaremos
las pistas de esquí y ya no nos encontraremos con más deportistas. Pero un
grupo de montañeros nos ha precedido y ello nos permite seguir sus huellas
durante un rato antes de que la nieve, que cae cada vez con más fuerza, las
borre. Rodeamos el lago por la izquierda. Debemos caminar por el sendero de
largo recorrido GR-7, con unas marcas rojas y blancas que sin embargo no podemos encontrar porque la gran cantidad
de nieve acumulada ha cubierto todas la señales. En el borde norte del lago
atravesamos su último rastro. Apenas un pequeño curso de agua que vemos cómo se
va cubriendo inexorablemente. Pero estas aguas heladas han dejado un pequeño
pasillo, a modo de puente natural, que cruzamos con mucha cuidado. Como no para
de nevar la temperatura no es demasiado alta y ello nos permite hacer fotos con
cierta comodidad.
La nueva subida es también
exigente y tiene la dificultad de la gran cantidad de nieve que la hace lenta.
A veces tenemos que ir en zig-zag para superar los repechos. Los bastones no
encuentran suelo y eso hace que nos desequilibremos. Incluso hundirnos en la
nieva. Pero se adivina en el horizonte, cada vez más cerrado, esa cota que debe
permitirnos esa vista general de conjunto que perseguimos. Se atraviesa un
bello paisaje de bosque de pinos que nos da idea de la riqueza natural del
entorno en el que nos encontramos. Y, envueltos en el gris y en el blanco, no
podemos evitar imaginarnos cómo podría ser esta paisaje durante las estaciones
cálidas. Todo es de una sobrecogedora belleza. Y el silencio es nuestro aliado.
Nadie nos ha acompañado en la subida, ni lo hará en la bajada. Nos invade la
seguridad de que estamos solos. Y experimentamos como nunca esa soledad. Cara a
cara con la montaña. La verdad del montañismo en toda su belleza.
Pero hay que abordar la bajada por
el mismo camino. Y llegarán las dudas. Por circunstancias no previstas. Las
condiciones meteorológicas han ido empeorando conforme íbamos ganando altura y
la nevada, cada vez más intensa, ha ido borrando cualquier huella. La nieve no
ofrece pistas y nos hará dudar en algunos momentos sobre el camino a seguir.
Pero nuestro amigo Marcel pudo orientarse y encontrar la senda correcta entre
aquel bosque cada vez más blanco. La bajada, muy técnica y exigente que sin
embargo pudimos completar con cierta rapidez por la urgencia del momento.
Cuando llegamos al lago de Pessons pudimos comprobar que una espesa niebla
bajaba de las montañas siguiendo nuestros pasos y cubriendo todo el horizonte.
Tuvimos conciencia de la importancia de llevar un equipo adecuado porque
cualquier contratiempo puede complicar el día.
La última bajada hasta Grau Roig se
hizo sin complicaciones y con prisa para
reponer fuerzas. Tras atravesar las carreteras de esta país
completamente nevado de norte a sur, el magnífico día culminaría con un arroz
de montaña en un restaurante cerca de la localidad de Pal. Una vez más tenemos que dar las gracias
a nuestros amigos catalanes que nos han descubierto este deporte y proporcionan
todo lo necesario para cubrir estas fantásticas rutas con garantías.
Progresando
Lago Pessons, helado
Nuestra dirección
Nueva ascensión
Iniciamos la bajada.
Vuelta a Estación Grau Roig
Intensa nevada en Pal
Ahora no querrás ir a Sierra de las Nieves. Saludos, nos vemos.
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