Nadie conoce la antigüedad de este
majestuoso ejemplar porque parece que siempre ha estado allí. Un lugar remoto,
distante de todo, oculto en medio del bosque, alejado de todas las miradas. Un
sitio difícilmente accesible para los vehículos y donde es imprescindible
caminar durante horas. Es la distancia que nos separa de la naturaleza y de la
historia. No podemos ocultar el respeto y la emoción que nos produce la figura
de este viejo árbol por su colosal tamaño y la majestuosidad que dan los años.
Algunas fuentes dicen que preside este lugar desde hace mil años, otras que
ochocientos. Se nos antoja eterno. La leyenda dice que bajo su sombra se
celebraban misas y que reyes y duques oraron aquí durante la conquista
cristiana.
El Castaño Santo tiene más de 20 metros
de perímetro y unos 25 de altura, está situado en una zona conocida como Hoyo
del Bote, dentro de la Sierra Real de
Istán (Málaga) y formaría parte del conjunto que conocemos como Sierra de las
Nieves. Está rodeado de una masa arbórea de alcornoques, un espacio todavía no
protegido a pesar de tener la consideración de monumento natural.
Para llegar a este lugar de leyenda
tenemos varias opciones. Desde el norte se puede acceder por la carretera de
Ronda a San Pedro de Alcántara, en el sitio conocido por Conejeras y continuar
por el puerto del Algarrobo; y desde el sur, hay que dejar atrás la población
de la Costa del Sol para empezar a caminar a la altura del campo de golf de La
Quinta. En nuestro caso tomamos esta última opción, en tanto que otros compañeros
del Club Senderista 3 Caminos de Ubrique accedieron por la zona norte para
confluir todos en el Castaño. La distancia a cubrir puede ser más o menos
similar, ambas superan los 30 kilómetros; algo más larga la caminata desde la
carretera de Ronda pero con la ventaja de tener más tramos en bajada.
Desde nuestro punto de partida tenemos
un desnivel de 832 metros de subida y otros tantos de bajada, puesto que la
vuelta será por el mismo lugar. Debemos
abandonar el complejo deportivo de San Pedro de Alcántara y atravesar el puente
sobre el río Guadaiza y tomar un carril que ya no debemos abandonar. Esta pista
no engaña a nadie puesto que desde el principio nos muestra una exigente
subida. Pero enseguida empezamos a encontrarnos inmersos en un paisaje de
pinos, alcornoques, chaparros y encinas, así como matorral, como jaras.
Caminamos con un horizonte delimitado, a nuestra derecha, por la sierra de
la Concha de Marbella; al frente por los
picos Torrecilla y la Alcabaza, y a la izquierda por el profundo valle del río.
Discurrimos por el antiguo camino de Marbella a Ronda con continuas evocaciones
históricas en su toponimia. Hacia mitad de camino agradecemos que la cuesta
pierda pendiente y nos encontramos con algunos eucaliptos.
Llegamos a la antigua venta Quemá, donde
existen restos de una torre defensiva medieval, y que fue posteriormente un
lugar de descanso para viajantes y mercaderes. Hoy existe aquí un mirador y
merendero, un lugar perfecto, por tanto, para recuperar fuerzas. En este punto
dejaremos la vereda rondeña para continuar por la pista forestal de la derecha.
A unos dos kilómetros existe otro desvío, también a la derecha y en bajada, que debemos tomar.
Sólo 200 metros nos separan de nuestro objetivo. Ante nosotros el abuelo del
bosque.
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