Existe una noche al año en la que los buenos deseos son capaces de
unir a todos los habitantes de uno de los espacios estratégicos más
importante en el pasado y de contrastes más acusados en el presente.
La bahía de Algeciras se ilumina y se convierte durante unos
minutos en un crisol con todo tipo de materiales pirotécnicos
lanzados desde todos los rincones para saludar el año nuevo.
Es el Territorio Estrecho, según término acuñado por el escritor
Juanjo Téllez. Una zona donde confluyen Europa y África, el Mediterráneo y el Atlántico, la colonia británica de
Gibraltar, diversas poblaciones de una comarca con unos fuertes
localismos y, enfrente, Marruecos. Dos continentes, un mar y un
océano y tres países Pocos lugares del mundo pueden presentar un
arco tan variado y heterogéneo. Y sin embargo esa noche todos miran
al cielo al unísono esperanzados con un futuro que se presiente
común. Incluso los barcos fondeados en la bahía de otras banderas
y nacionalidades se contagian del ambiente festivo y lanzan también
sus bengalas al aire.
Zona de gran trascendencia territorial y cultural, que ha soportado una gran presión histórica desde la Antigüedad, la amplia bahía, situada en el extremo de las cordilleras béticas, se abre al Estrecho y hacia los sistemas rifeños del norte de África. El sur más profundo. Puente de culturas y de civilizaciones. De encuentros y de desencuentros. Dominio de fenicios, romanos, árabes, cristianos. Una frontera permanente de mundos, culturas y tópicos.
Sus habitantes perciben un entorno donde este efecto frontera se hace
muy acusado como fruto del secular aislamiento y de la política de
los respectivos gobiernos. Y aún hoy los pescadores que desde el
litoral hispano lanzan sus cañas hacia este paso de Hércules y
miran hacia el otro lado sienten que un abismo les separa. Ante su
horizonte, una doble frontera; a un lado Maruecos y el Magreb, y al
otro Gibraltar, con un contencioso desde Utrecht.
Pero por unos minutos durante la última noche del año este espacio
se convierte en un marco de convivencia común. Es la noche de los
deseos en el crisol de culturas de este Territorio Estrecho. El
diálogo transcultural, la interculturalidad, convierte a los pueblos
en más solidarios. El acercamiento cultural debe marcar a las
sociedades más avanzados. Feliz Año Nuevo a todos.
He tenido la gran suerte de estar varias veces en el Estrecho y también pasé una noche de fin de año en Algeciras. Es un entorno ciertamente mágico, con un encanto especial. ¡Conservadlo y disfrutarlo!
ResponderEliminarMarcel