El entorno del Campo de Gibraltar goza de una condiciones
climáticas excepcionales. Las montañas que rodean la bahía de Algeciras constituyen una barrera
natural capaz de retener las nubes llegadas del mar y que se instalan en sus laderas dando lugar a
una gran variedad de especies vegetales.
El Canuto del Prior, atravesado
por el arroyo del mismo nombre, es uno de esos ecosistemas excepcionales con
una gran densidad vegetal debido a su alta humedad. Sus aguas van a parar al
embalse del Monte de la Torre para unirse posteriormente con las del Botafuego
y el río Palmomes. Remontar esta
garganta hasta su parte más alta constituye una agradable experiencia que puede
realizarse en unas 3 horas, necesarias para cubrir los aproximadamente 5
kilómetros que hay que cubrir. Aunque existen varias alternativas, se puede
partir de la zona de Benharás, concretamente de la calle Eucalipto, y desde
allí debemos buscar una angarilla y seguir un sendero hasta que nos encontramos
con una bifurcación donde hay que continuar por la derecha. Ese carril nos conducirá
hasta un puente de hormigón que atraviesa nuestro arroyo para girar hacia una
vereda a fin de remontar este curso fluvial que dejaremos siempre a nuestra
derecha.
Iniciado este camino, enseguida
comprobamos que nos hemos metido en otro mundo. No hay transición posible.
Saltos de agua, cascadas, helechos, alcornoques, quejigos, madroños. Una
sucesión interminable de verdes en una completa sinfonía. El equilibrio y la
armonía que solo podemos encontrar en plena naturaleza. Aunque el sendero está
marcada por hitos de piedra durante todo el recorrido, hay que estar atentos
para no perderlo. La vegetación es tan exuberante que llega a desdibujar el
camino. La referencia, no se puede olvidar, es el arroyo, cada vez más
encajonado, y siempre a nuestra derecha. En algunos lugares los helechos son
tan altos que ocultan la vereda, o bien otros materiales vegetales cubren el
suelo con un manto de hojarasca borrando cualquier rastro, dándonos la
impresión que somos los primeros humanos en deambular por estas laderas. A veces pequeños cortados por los que hay que
caminar muy atentos y si es posible sin hacer mucho ruido a fin de poder
escuchar el sonido del agua porque el arroyo nos guarda siempre algunas
sorpresas, todas ellas agradables, en forma de cascadas, una de ellas de más de
seis metros de altura.
Una fuerte ascensión nos irá
alejando del cauce. Más helechos y algunos recodos que nos ofrecen nuevas
perspectivas del río, ahora desde las alturas. Una colonia de acebo es otras de
las sorpresas. Y siguiendo nuestro camino, debemos ignorar una valla situada a
nuestra derecha. A continuación hay que buscar unos bloques de piedras de
grandes dimensiones que forman balcones naturales para asomarnos y disfrutar de
una perspectiva de conjunto de todo el canuto, con Los Barrios, el embalse y la Bahía presidiendo el
horizonte. Más arriba se conecta con otro sendero, la vía pecuaria denominada
Vereda del Arenoso a Ojén, más clara y fácil de seguir.
Finalmente, en la parte más
alta, unos pinos de repoblación nos anuncian que estamos llegando a la cumbre.
Debemos acceder al collado de la Albarda, en la
Sierra de la Palma, a través de una angarilla para superar una alambrada
levantada junto a un muro. Desde este punto hay espectaculares vistas. A la
derecha el valle de Ojén, enfrente las montañas del entorno, el pico Algarrobo,
las Sierras Luna y del Bujeo y todas las
elevaciones del entorno, a la derecha se adivina el carril de las Corzas y si
caminamos un poco en esa dirección siguiendo la alambrada hasta una garita de
vigilancia contra incendios, una amplia panorámica la Bahía y el Estrecho.
Llegados a este lugar
privilegiado existen muchas posibilidades para conectar con otros espacios
naturales y otras rutas. Aunque lo normal es volver sobre nuestros propios pasos
para descubrir nuevos rincones que hemos ido dejando a nuestras espaldas.
Incluso se puede conectar, a través de una valla, con el carril que baja del
Hoyo don Pedro, aunque ello puede resultar más largo.
Sin embargo, nuestra propuesta
consiste en alargar un poco la excursión para regresar atravesando la Garganta
del Capitán, para lo cual debemos, desde el collado de la Albarda, dejar el
muro a nuestra derecha y descender entre rocas y piedras en dirección al pico
del Fraile, que domina todo el entorno, y después desembocar en el carril de
las Corzas. Debemos atravesar esta vía tan transitada por ciclistas continuando
por nuestra linde para penetrar en la nueva garganta, cada vez más encajonada.
Aquí existe otro antiguo camino señalizando con hitos de piedra pero a veces la
vegetación llega a borrarlo. A unos 3 kilómetros desembocamos en la poza del
Capitán, según algunos, una “porción del paraíso”. Tras un descanso podemos
visitar el llano de las tumbas, la última morada del Capitán y los molinos.