jueves, 25 de agosto de 2016

"El Camino de Lugo a Santiago" por Juan Manuel Román García




El Camino 2016 fue planteado por los amigos David Cotrino y Pepe Rodríguez y nos fuimos agregando los demás por distintos motivos, objetivos y visiones. Para algunos era su primera vez, como Juan José y los propios David y Pepe. Para  Antonio, con seis a sus espaldas y para mí, con dos, era como un fin de ciclo,  ya que con estas etapas cerrábamos el Camino Primitivo. Para Manolo, después de 15 ediciones del Camino, era uno más. Lo cierto es que todos subimos con la ilusión del adolescente que empieza su aventura vital.
Hicimos parada en Salamanca, tierra de Lazarillo y Universidad,  y vive Dios,  que ciertas son, rezuma el paseo por el Tormes ambas aseveraciones y el tránsito por su puente romano y la estampa bucólica que nos presenta su Catedral y la milenaria silueta de la helmántica ciudad impresiona.  Ni qué decir tiene el legado que conserva entre sus muros, archivísticos y sacros. Dan cumplida cuenta nuestras fotografías en el no siempre bien conocido por el gran público Archivo General de la Guerra Civil o el Museo de Unamuno, del s. XVIII o su churrigueresca Plaza Mayor.
Dejamos atrás Salamanca y nos dirigimos a la no menos histórica Santiago. En Lavacolla, dejamos los coches y ni siquiera entramos, alguno de los caminantes espeta,  de forma dogmática: “no nos hemos ganado el derecho a pisar sus calles”. Dice bien y asentimos el resto del grupo, por lo que de forma inmediata tomamos el autobús que nos llevará a nuestro punto de partida, la romana Lugo, para algunos, era ciudad ya conocida y admirada por su belleza. Su muralla es única en el mundo, ya que se conserva intacta, pateadas por encima de sus muros, con casi siete metros de altura en algunos tramos, sus cuatro metros de anchura y sus casi 2.120 metros de perímetro, y contempladas también desde su exterior hacen de la placidez del paseo nocturno,   que la retirada al descanso que precedía a la primera etapa de nuestros  101 Kms., relajados y prestos al sueño.
Desayuno frugal a eso de las siete de la mañana, mientras contemplamos el balneario y el puente romano sobre el Miño, que supone el “pórtico” de nuestro camino. Nuestros primeros kilómetros de camino, de una belleza un tanto extraña, ya que se van mezclando las riberas de Miño, con gran cantidad de kilómetros de asfalto, hasta entrar en la galería y corredoiras gallegas  ( http://carreterassenderosveredas.blogspot.com.es/2016/08/corredoiras-gallegas-del-camino-de.html ) verdaderas joyas de la vertebración rural gallega. Primer descanso, a pie descalzo, en San Román y como a un kilómetro, en el albergue O Candido, reponemos líquido y algo de energía, desde allí a Ferreira, que fue un continuo  subir y bajar, por la Galicia profunda, bosques de eucaliptus de repoblación para papel y grandes praderas con su hierba verde (en agosto), para dar alimento a sus preciosos ejemplares bovinos. Los lavaderos con su agua fresquita y reponedora  y un  hecho que nos llamó la atención a todos nosotros, la cantidad de cementerios que cruzamos, parece ser,  que dentro de la cultura antropológica gallega está el reposar en la patria chica  al llegar la hora del último viaje.
El albergue A Nave de Ferreira (gracias Isabel) colma todas nuestras expectativa, lo que otrora fuera una nave de pollos hoy es un moderno edificio, felizmente recuperado para el descanso y disfrute de nuestras hora de ocio, que por cierto tuvo su culminación en la hora de la cena colectiva. Momentos para enmarcar, pues representan el verdadero espíritu del Camino, nuestro amigo David se ganó el calificativo de grande, pues llegó a emocionar a una pareja de padre e hija napolitanos, con su canto y el auditorio de unas treinta personas, totalmente entregados. Los 25,3 Kms. Acabaron aquí.
Acometimos la segunda de nuestras etapas prevista a Melide, con sus 20,3 Kms. Etapa corta ésta,  programada así a conciencia. La cuna del pulpo es Melide y Garnacha, junto con Ezequiel sus emblemas. A sugerencia de un paisano melidense, Garnacha y su pulpo, por supuesto, regado con tinto, hizo hincapié en este detalle y a fe mía que es cierto, jamás probamos pulpo de semejante sabor.
El Abergue San Antón es un edificio recientemente rehabilitado a pocos metros de la plaza principal y fue nuestra morada. Con la iglesia del Espíritu Santo y dentro de la cual  la Capilla de San Antonio; la  acústica de su coro,  es impresionante a decir del experto David.
La jornada más larga y exigente fue Melide – O Pedrouzo, 33,1 Kms. si bien es cierto que es de las más bonitas, además confluyen ahí varios caminos: del Norte y Primitivo y la heterogeneidad  de sus paisajes, lo hacen atractivo a las puertas mismas de Santiago. Al pasar por Arzúa, cerquita de Boimorto, tuvimos un recuerdo para Luz Casal, aunque asturiana de adopción, gallega de nacimiento.
Hicimos parada obligada para reponer fuerzas en O Pino, a las mismas puertas de O Pedrouzo y allí unas viandas, hicieron de nuestras maltrechas fuerzas, una carga de energía necesaria que nos impulsó hasta albergue Otero, en la misma ruta del camino, sin tener que salir del mismo,  destino final de esta tercera jornada. Ducha reponedora y la búsqueda de avituallamientos para un picata dieron por concluida esta jornada, no sin antes, gran e interesante debate con unas chicas catalanas sobre la situación actual de su tierra, el Camino da para eso y para más.
Por fin,  Santiago. Era nuestro destino añorado. Acometimos estos 20,4 Kms que con la ilusión del que por primera vez llega a Santiago a pie, se hizo largo, porque el Monte do Gozo se aleja, ves a compañeros,  ya en los últimos estertores de sus fuerzas y cómo sacan ese orgullo por haberlo conseguido, historias impresionantes (que dan para otro capítulo aparte) las que hemos  conocido y que confluyen en torno a una ciudad, que con el paso de los años, se hace más grande, y cada uno de nosotros  con su pequeña historia, y como diría el gran Facundo Cabral: “Libérate de la ansiedad, piensa que lo que debe ser, será y sucederá naturalmente”.
Mundo Albergue, es la residencia elegida en Santiago para pernoctar, a trescientos metros de la Plaza de Obradoiro, con unas vistas desde su última planta inmejorables y muy cerca de la Hospedería de San Martín Pinario, donde dimos cuenta de un menú del peregrino que, la verdad,  supo a gloria.
El viernes tocó el gozo de compartir con los compañeros de ruta una buena y magnifica degustación de productos gallegos por antonomasia, con recuerdo de Manolo siempre presente porque él siguió  para cumplir una promesa a su querida Ana. He querido dejar para el final este acontecimiento, Manolo era el más veterano de cuantos íbamos y 15  Caminos lo contemplan, su trato afable, su comportamiento exquisito y la camaradería por bandera, como si fuera el primero que hacía. Su compromiso: llegar a Finisterre, y lo consiguió, así mismo en el Camino recibió la alegre noticia que iba a ser abuelo por tercera  vez, de su hija Cristina,  y esta vez de otra nieta; creo que este tipo de noticias y la tranquilidad con la que las asume son lo que hacen de Manolo Olmedo un personaje ejemplar.

El Camino terminó para unos, el día 11, para otro el 14,  pero el recuerdo perdurará entre nosotros. Buenas y magnificas jornadas las vividas. 


















































































4 comentarios:

  1. Q bien escribes Juan Manuel! No conocía este blog. Saludos Carlos Domínguez.

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  2. Q bien escribes Juan Manuel! No conocía este blog. Saludos Carlos Domínguez.

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  3. Qué bello escrito, qué bellas fotos y qué maravillosa experiencia . OS felicito a todos y en especial a ti Juan Manuel

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  4. Qué bello escrito, qué bellas fotos y qué maravillosa experiencia . OS felicito a todos y en especial a ti Juan Manuel

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