Cuando se visita la mole del Peñón de Gibraltar, la mítica roca Calpe, se suele asociar esta visita con el
recorrido de una única calle, Main Street,
y un frenético entrar y salir de
una variada y colorida multitud de tiendas donde el viajero intenta encontrar
alguna ganga o algún deseado producto que,
gracias a los trucos o prácticas
hacendísticas, podremos obtener con un atractivo precio. Cargados de
bolsas y compras, tras el cruce de la Aduana, la visita toca a su fin.
Sin embargo, Gibraltar es mucho más que esto, una posibilidad de aunar naturaleza,
historia y política en una ruta
senderista al sur de la provincia de Cádiz. En nuestro caso, además, aprovechamos la oportunidad que también se nos brinda como recurso pedagógico al realizar esta ruta con grupos de alumnos que
pueden así conocer y comprender
una realidad cercana pero en bastantes aspectos desconocida, incluso tal vez
incomprendida. Nos disponemos, pues, a realizar un recorrido que nos llevará primero a ascender hasta casi la cima de Gibraltar y,
posteriormente, realizar la bajada desde la cara opuesta de la roca que no
vemos desde La Línea. Debemos contar con
un tiempo total de unas siete horas para completar la travesía.
Tras pasar la Verja, atravesar las pistas del aeropuerto y
cruzar las puertas de la antigua frontera, comenzamos a adentrarnos en la calle
Real, pero inmediatamente la abandonamos y comienza entonces una exigente
subida de una casi interminable escalera que nos deja junto al llamado Castillo
Moro y la entrada al parque natural que ocupa una buena parte del Peñón. Recobramos el aliento y aquí podemos aprovechar las posibilidades de la historia
pues inmediatamente encontraremos los túneles excavados en la Segunda Guerra Mundial y poco
después los llamados túneles del asedio (español) y la pequeña exposición
figurativa de este mismo asedio español
del siglo XVIII.
Casi sin darnos cuenta hemos ganado bastante altura y ahora
dominamos con nuestra vista gran parte de la bahía y el inicio de la costa malagueña. Un buen momento para reflexionar e intentar
comprender el llamado "contencioso de las aguas jurisdiccionales" que
enfrenta a España y el Reino Unido.
Continuamos ascendiendo por una estrecha y a veces empinada carretera hasta que
encontramos la estación
del teleférico donde tras un rato
de merecido descanso y las imprescindibles fotos con los monos del Peñón (en realidad macacos de Berbería) reemprendemos la marcha, si es posible cresteando
y, si no, continuando por la carretera.
Tras atravesar la Guarida de los Monos, donde podemos esperar
alguna sorpresa con estos simios, nuevamente se abren las posibilidades históricas al visitar las casamatas y nidos de
ametralladoras de la Segunda Guerra Mundial, las posibilidades paisajísticas pues podremos contemplar a la vez las dos
vertientes del Peñón de Gibraltar y las
senderistas pues la marcha continúa
ascendiendo por la carretera.
Tal vez ahora se inicia uno de los momentos más emocionantes del día: el comienzo de la bajada por la cara opuesta de la
Roca, siguiendo los llamados Mediterranean Steps, una bajada bien acondicionada
donde veremos a nuestros pies el Mediterráneo y nos acompañará
en nuestro descenso el graznido de cientos de gaviotas que encuentran aquí su hogar. Al terminar la bajada habremos llegado al
otro extremo de Gibraltar, la llamada Punta Europa, desde donde la cercana África nos permite reconocer las similitudes de ambos
mundos.
Una nueva sorpresa nos aguarda: un cementerio judío del siglo XVIII reacondicionado hace poco para poder
ser visitado y que merece un rato de nuestro tiempo. Seguimos hasta el
monumento de las Columnas de Hércules:
estamos en una de ellas y en la cercana África podemos contemplar la otra, el Djebel Musa.
Ahora iniciamos el descenso de vuelta en el que podemos descubrir un atractivo
jardín botánico igualmente desconocido para aquellos que sólo buscan las compras.
Hemos llegado al otro extremo de Main Street y, por supuesto,
también dedicamos un rato al
entretenimiento de las tiendas y las compras, sin por ello dejar de visitar o
contemplar el palacio del Gobernador, alguna iglesia anglicana o simplemente el
plácido paseo de los
diferentes grupos humanos que pueblan este rincón de la Península
Ibérica.
Una buena pinta o un refrescante té pueden ser un buen colofón para un día
en el que naturaleza, historia y política
nos han acompañado en un recorrido
diferente a través de esta roca.
(El reportaje fotográfico recoge sendas subidas al Peñon de Gibraltar con escolares llevadas a cabo los días 16 y 18 de abril de 2016)