En
Carretera y manta venimos recorriendo muchos caminos y pateado muchas
veredas, pero seguimos pensando que siempre la última caminata ha sido la
mejor. Y durante los días posteriores a cada ruta nos invade una viva emoción.
No conseguimos quitarnos de la cabeza la idea de volver sobre
nuestros pasos para desandar lo andado y perpetuar algunos
momentos, detenernos ante algún paisaje que hemos dejado quizás
para siempre atrás. Pero por encima de todo nos atrapa el proyecto de volver cuanto antes a este sitio para compartir
esas emociones con los seres más queridos. Afortunadamente las
nuevas tecnologías nos permiten hoy compartir con todos esas
experiencias que tanto nos satisfacen. Eso es precisamente lo que nos
ha ocurrido con la ruta por el río Chillar. Decir que es diferente
es no decir casi nada. Tenemos la sensación de estar superando una
nueva frontera, pisar un terreno nuevo, caminar con bastones y
calzados de senderismo por el cauce de un río durante muchos
kilómetros, entre cañones profundos y estrechos, superando saltos
de agua y bañarnos en pozas que nos vamos encontrando a nuestro
paso. Porque este lugar nos permite como en pocos sitios experimentar
el senderismo en el agua.
Nuestra
caminata empezó en la localidad malagueña de Frigiliana para terminar en Nerja. Hay que
seguir las indicaciones del GR- 242 y 249, denominada esta última
Gran Senda de Málaga, para bajar hasta el río Higuerón. Una vez
allí tuvimos que superar algunos momentos de dudas por una intensa y
persistente lluvia que no esperábamos y que nos hizo temer una
repentina subida del cauce por el que debíamos caminar. Pero un
kilómetro más arriba la vereda inicia una fuerte subida hasta las
aristas que divide el Higuerón y el Chillar. En este punto cesó
momentáneamente la lluvia, se fueron levantando poco a poco las
nubes y ante nosotros el espectáculo de la naturaleza en estado
puro. Algunos tomamos conciencia de que nos encontrábamos en el
corazón del Parque Natural de Sierras Tejeda, Almijara y Alhama. Los
más experimentados nos dejaban de hablarnos de los picos y cumbres
que se descubrían ante nosotros: el Cisne, el Almendrón, el
Cielo. Y más adelante se adivinada el Barranco de los Cazadores al
que muchos llaman el Machu Pichu malagueño. Palabras mayores del
montañismo andaluz. Pero debíamos continuar rodeando vaguadas para
acometer una fuerte pendiente en bajada para acceder finalmente a lo
que era sin duda lo más esperando de la jornada.
Estábamos
en la cabecera del río Chillar, cerca también del término
municipal de Cómpeta, para recorrer su cauce siempre en
bajada. El calzado, cómodo y ligero, para sujetar bien el pie, en
nuestro caso unos tenis viejos de los que no queremos desprendernos,
casi una segunda piel. Otros inician el recorrido en bañador. Las
aguas son cristalinas pero a veces no se adivina el fondo por lo que
son imprescindibles los bastones de apoyo para medir la profundidad y
no caerse con las piedras resbaladizas. Esta parte alta es más
complicada y tiene cierta dificultad, por lo que uno no puede
despistarse si no quiere caer al agua, sobre todo si sostiene una
cámara de fotos en sus manos. Las pozas que nos vamos encontrando
son un verdadero vergel donde muchos se bañan y todos descansan.
Pero
algunos estábamos impacientes por atravesar los famosos cahorros que
habíamos visto tantas veces en imágenes. Aquí el cauce carece de
ribera. De una belleza sobrecogedora, atravesamos pasillos de roca de
más de 60 metros de alto erosionados por el río y altas paredes
rocosas cubiertas de vegetación. Se trata de desfiladeros tan
profundos que podemos tocar con las manos ambas paredes. Encajonados
en el río, la marcha se hace algo lenta hasta que llegamos a la
fábrica de la Luz, que tiene una cascada. A partir de este punto, el
horizonte se abre y el cauce abandona los desfiladeros para continuar
por una rambla y tras dos kilómetros llegamos al aparcamiento. Sin
embargo, el anuncio del final de la ruta son las zapatillas, que han
quedado inservibles, colgadas de los cables de la luz.
La
ruta, de unos 18 kilómetros que se cubrieron en unas 9 horas, estuvo
organizada por el club senderista Camino y Jara de Algeciras, y
guiada magníficamente por el rutero Juan Antonio, y de cola
Fernando, al que hay que agradecer la paciencia que demostró con los
fotógrafos.
Muy bueno todo Antonio, la crónica y las fotografías, lo digo muy en serio... Pata Negra.
ResponderEliminarFantástico.
ResponderEliminar¡Qué gran reportaje fotográfico! La primera foto impresionante!
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