Durante los últimos
años Ronda se ha convertido en uno de los principales enclaves del senderismo
andaluz. Allí se viene celebrando una de
las pruebas más emblemáticas del calendario nacional, los 101 kilómetros de La
Legión, que ha representado toda una revolución en el mapa deportivo. Incluso
ha alumbrado un nueva movimiento dentro de esta disciplina, puesto que los
“cientuneros” se cuentan por decenas de miles hasta el punto que constituye
todo un logro conseguir inscribirse en esta prueba y una meta y un sueño el
finalizarla para todo senderista que se precie. A ello ha contribuido también
el hecho de que esta ciudad está enclavada en un entorno natural sencillamente
espectacular y único. Situada entre tres parques naturales, los de las Sierras
de las Nieves y de Grazalema, también declaradas reservas de las Biosfera, y
Los Alcornocales, además de decenas de espacios naturales protegidos, la
comarca a la que da nombre es hoy un importante reclamo que ha traspasado
muestra fronteras y prueba de ello es la gran oferta de todo tipo para amantes
de la naturaleza.
Además, la Serranía
de Ronda disfruta de un paisaje con personalidad propia, representa una
concatenación de espacios diversos pero sin romper en ningún momento su
equilibrio, con emociones aseguradas a cada paso, y una fuerte impronta marcado
por su larga y rica historia. Pocos lugares como estos con núcleos de población
hasta no hace mucho aislados que conservan aún muchos de sus usos y costumbres
tradicionales.
Nuestra ruta,
organizada y guiada por el club senderista los 3 Caminos de Ubrique, que en su
segunda temporada moviliza cada semana a una legión entusiasta, discurrió a
través de uno de los parajes más interesantes y atractivos de esta comarca. El
reto consistía en unir Ronda con Jimera de Líbar a través de los valles de los
ríos Guadalevin y Guadiaro.
La caminata empezó
en la zona monumental de Ronda para iniciar un fuerte descenso en dirección al
fondo del valle a través de un camino empedrado, a veces hormigonado, hasta la
zona de los molinos en busca de esas perspectivas del Tajo que hemos visto
tantas veces en postales. Tras atravesar el primero de los cursos fluviales,
hay que ascender hasta el puerto de La Muela para coger a continuación un
sendero a la izquierda hacia La Indiana Una vez allí tomaremos otro carril,
también a la izquierda, paralelo en todo momento al río Guadiaro y al
ferrocarril que nos llevará directamente a una de las joyas del camino, la
cueva del Hundidero-Gato, en el lugar donde sale a la superficie el río
Guadares tras atravesar las entrañas de este sistema en una busca desesperada de
su desembocadura.
Llegados a este
lugar no podemos dejar de recordar la hermosa crónica que realizó el año pasado
el rutero J. M. Román García, de los 3 Caminos, que definía la boca de este
sistema como “queso gruyere karstico”, al mismo tiempo que describía su entorno
como “lugar mágico donde los colores turquesas y ocres dorados de su chopaleda
rivalizan con el gris de las calizas que en su interior convierte este
laberinto de galerías, lagos, simas y sifones en una obra natural difícil de
entender desde el exterior”.
Tras dejar este
espacio, ciertamente mágico, llegamos a la Estación de ferrocarril de
Benaoján-Montejaque y tomamos la cañada real del Campo de Gibraltar por la
margen izquierda del curso fluvial. Allí nuestra caminata coincidió con
la celebración de la prueba de resistencia Trail Cueva del Gato, de Benaoján, con más de
500 participantes en sentido contrario
por aquellas estrechas veredas. Pero ello no pareció representar ningún
inconveniente para nadie puesto que primó en todo momento el espíritu deportivo
y de colaboración entre senderistas y atletas de esta dura prueba de más de 45
kilómetros. Incluso llegaban a animarse mutuamente para culminar sus
respectivos retos. Así el paso de los
atletas representó un atractivo más porque todo el mundo se tomó de buen grado esta
circunstancia. Un reflejo sin duda de la relevancia que ha llegado a adquirir
esa nueva cultura deportiva y popular que ha prendido con fuerza en amplios
sectores de la población de nuestro país en los últimos tiempos y que cada fin
de semana es capaz de sacarnos a la calle.
Nuestra ruta, de
unos 22 kilómetros, se cubrió en unas
cinco horas. Un tiempo quizás por dejado de lo previsto por el buen ritmo que
se impuso. Nadie ignoraba que la Estación de Jimera de Líbar acogía una nueva edición de
la fiesta de la cerveza, la denominada Oktoberbierfest,
que en muy pocos años va camino de convertirse en un referente festivo de la
Serranía. Su ambiente alegre nos contagió a todos con actuaciones en directo y
todo tipo de cervezas para reponer fuerzas.
Definitivamente, el
senderismo te cambia el ánimo.
Preciosa crónica, que fácil lo haces maestro. En verdad, hoy, una nueva sentencia, después de aquel: el senderismo ha venido para quedarse; al de hoy: El senderismo, te cambia el ánimo. Has pillado además, la gama de colores de que hablamos. Gracias.
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