El pasado mes de
abril abrió de nuevo sus puertas, tras más de seis años de reformas, el Museo
Arqueológico Nacional, una institución creada en 1867 por la reina Isabel II,
inaugurada por Amadeo I cuatro años después y que ocupa desde 1893 su actual
ubicación junto a la Biblioteca Nacional. Sus responsables anunciaron tras la reapertura
que su objetivo había sido convertir una institución del siglo XIX en otra del
XXI.
El nuevo espacio
museístico se han apoyado en diversos instrumentos y materiales para explicar
con mayor claridad nuestro pasado no ocultando sus fines didácticos para
hacerlo más comprensible a todos. Así, nada más entrar nos encontramos con
una introducción audiovisual y otros materiales destinados a servir de síntesis
y presentación de las diversos salas. También encontramos más gráficos, mapas y
objetos que deben ayudarnos a entender el pasado. Los textos que van
acompañando todo el recorrido son más
didácticos y concisos para contextualizar los contenidos y los dos grandes
patios interiores han adquirido un gran protagonismo al mismo tiempo que aportan
más luz a todo el conjunto expositivo.
Con todos estos
ingredientes, el nuevo Arqueológico en sus 40 salas nos invita a hacer un
recorrido por la historia de España y supone un agradable paseo por el mosaico
cultural ibérico desde sus albores hasta tocar la Edad Contemporánea. Manteniendo en todo momento el orden
cronológico en sus propuestas expositivas, la planta baja está dedicada a la
Prehistoria, dividida en dos espacios dedicados al mundo del neolítico y sociedad
de la Prehistoria reciente. Desde los eslabones perdidos, en los orígenes de la
humanidad, hasta la reconstrucción de esqueletos de un homínido. En tanto que
en el nivel superior se ha ubicado la Protohistoria, Roma y la época medieval.
La estrella de la colección sigue siendo la Dama de Elche, pero no faltan otras
obras maestras, como la sala dedicada a mosaicos, y también se puede pasar
debajo de una maqueta de la mezquita de Córdoba. Interesante es el contraste
entre el mundo medieval cristiano y el musulmán. La Edad Moderna ocupa otra planta
para detenerse en la unificación de la actual España con la formación de la
monarquía hispánica bajo las dinastías de Austrias y Borbones. La colección se
completa con espacios monográficos dedicados a la antigua Grecia y Egipto y a
la importancia de la moneda en los intercambios comerciales, así como a la
propia historia del museo. Nuestra visita coincidió además con la exposición
temporal dedicada a la fragata Mercedes y las circunstancias de la recuperación
de su legado por el patrimonio nacional.
En síntesis, tras la
reforma arquitectónica y museográfica, esta institución parece recobrar un
nuevo impulso, así como adquirir el protagonismo que sin duda le corresponde a
nivel científico y divulgativo. Una institución que debe convertirse en un museo
de la historia de España, donde habite nuestro pasado.