Dicen que detrás de cada puerta existe un artista, de
cada fachada un taller. El barrio gótico de Barcelona tiene muchas
sorpresas escondidas. El núcleo más antiguo de la ciudad es hoy una
de sus zonas más interesantes y constituye una hermosa experiencia
pasear por sus estrechas callejuelas donde cada rincón tiene su
propio encanto.
Un barrio lleno de vida. Donde es posible disfrutar en
pequeños bares, cafés y tiendas especializadas que dan colorido a
este entorno. Es posible también encontrarse en algunos de estos
locales curiosos con pintores, escultores, escritores o alumnos de
prestigiosas escuelas de cocina. Un espacio amable en el corazón de
esta gran urbe.
Ideal para viajar en el tiempo y perderse por este
laberinto de calles y desembocar en pequeñas plazas donde todavía
existen rincones de paz para pararse a escuchar el silencio o el
ruido de sus fuentes.
Todo el barrio es un conjunto armónico. Aunque es
imprescindible situarse en la plaza del Rey. Un espacio único y
soberbio. Allí confluyen el Palacio Real Mayor, residencia de los
condes de Barcelona y Reyes de la Corona de Aragón, al que se accede
por unas escalinatas, el Salón Tinell y la capilla de Santa Ágata,
ejemplo del gótico del principios del XIV. Todo ello forma parte hoy
del museo de historia de la ciudad.
Pero aquí no se acaban las sorpresas. Porque bajo este
conjunto de edificios, en las entrañas del barrio, se conservan los
restos de la antigua Barcino romana, cuyas excavaciones ha permitido
recuperar parte de las estructuras del siglo I a. C. Una ruta
subterránea a la que se accede por el propio museo. Impresionante
tanto por su emplazamiento, en un palacio medieval, como por su
continente, en el que se destaca esta visita al enclave romano. Muy
cerca de allí, la fuente de la plaza de San Felipe Neri crea su
propia música y ante la iglesia de Santa María del Mar o la propia
catedral nos reencontramos con el gótico en todo su apogeo.
La calle del Obispo, con su famoso pasaje neogótico,
nos conduce hasta la plaza de San Jaime, donde se encuentran el
palacio de la Generalitat y el Ayuntamiento. Y junto a este lugar,
protegido por este laberinto de calles, sin que ninguna señal lo
delate, otro espacio inesperado y sorprendente: las tres inmensas
columnas, con sus capiteles corintios, de lo que fue el templo de
Augusto.
Rincones llenos de historia en los que conviven restos
de diversas épocas. Mezcla de murallas y columnas romanas con
iglesias y palacios medievales. Cada piedra cuenta su propia
historia. Cruce de culturas, influencias y tradiciones, en este
lugar de encuentro que siempre fue esta ciudad. Una urbe moderna en
permanente diálogo con su pasado que no olvida su propia historia.
Abierta y cosmopolita como ninguna, aquí Barcelona brilla con todo
su esplendor
Basílica Santa María del Mar
Escalera de acceso a la segunda planta de la Casa Padellás, sede del Museo de Historia de Barcelona.
Salón del Tinell
Palacio Real Mayor
Catedral
Palacio de la Generalitat
Calle del Obispo
Templo de Augusto