Texto y fotos: Cristóbal García Sampalo
Uno
de los senderos que mejor recuerdo han dejado en mi memoria fue el
ascenso al glaciar de Ossoue en la base del pico Vignemale (Altos
Pirineos, Francia) que realizamos en julio de 2008 cuatro amigos que
viajamos juntos desde hace años: Santi, Afri, Tere y Cristóbal.
Estando
de vacaciones en la zona de Lourdes llegó a nuestro conocimiento la
belleza y espectacularidad de este recorrido, además de la escasa
dificultad del mismo, así que decidimos hacerlo a pesar de no contar
con demasiados “preparos” para ello ya que nos
encontrábamos, como he dicho, en unas relajadas vacaciones
veraniegas. Los lugareños nos comentaron que a
finales del siglo XIX, el conde Henri Russell, después de haber
recorrido y explorado gran parte del planeta se enamoró de esta
montaña, hasta el punto de que... ¡la alquiló! Y no es extraño,
ya que es una de las cimas más bellas del Pirineo, situada entre los
valles franceses de Gavarnie y Cauterets.
Accedimos
al lugar por la localidad francesa de Cauterets, perteneciente al
departamento de los Altos Pirineos y situada a 32 km de Lourdes.
Desde allí nos dirigimos en coche al lugar conocido como Pont
d´Espagne, sitio de tránsito para el comercio entre los dos países
vecinos desde tiempo inmemorial que se convirtió a mediados del
siglo
XIX, gracias a su belleza, en un lugar
popular de veraneo para la alta
sociedad francesa y desde los años sesenta
del pasado siglo en un sitio para montañeros y el turismo de masas.
Mientras
subíamos por la zigzagueante carretera, pudimos admirar las
bellas cascadas del Lutour o del Ceriset. Más tarde,
llegados al aparcamiento existente, controlado y de pago, abandonamos
el vehículo para tomar primero un telecabina y posteriormente un
telesilla que nos dejaron casi al nivel del Lago de Gaube, para
llegar al cual aún habríamos de andar algo menos de una hora. Lo
primero que nos impresionó fue el intenso color turquesa de mismo en
contraste con los fantásticos verdes de los bosques circundantes.
Hasta llegar al borde del lago nos habían acompañado inmensos
ejemplares de Abies alba que contemplamos boquiabiertos, y
que a esta altura empezaban a ser sustituidos por hermosos ejemplares
de Pinus uncinata, especie tremendamente dura, capaz de
vivir a gusto en alturas cercanas a los 2400 m. Algún ejemplar
aislado de Pinus sylvestris completaba el entorno
ralentizando nuestra marcha para poder disfrutar en toda su plenitud
de uno de los bosques más bonitos y salvajes que hasta ahora hemos
visto en los Pirineos. No fue posible cruzar el lago por su orilla
izquierda, como informaba una señal al comienzo del sendero, así
que lo bordeamos por la derecha. Allí nos contemplaban confiadas
algunas marmotas que tomaban el sol en las piedras cercanas al
camino.
Poco más allá, arribamos a la
Cabane du Pinet
(1780 m.), refugio sin guardar para montañeros que estaba cerrado
durante esos días, Allí comenzamos la subida a la Cascada
de Esplumouse (1980
m.), que se afronta por su vertiente izquierda (en el sentido del
ascenso) y que seguía deleitando nuestros sentidos. En este tramo
encontraríamos unos metros con cierto desplome hacia la cascada en
los que la precaución debía ser máxima. Pronto el valle se volvió
a abrir y dejó ver el tramo que quedaba hasta el Refugio
de Oulettes de Gaube
(2150 m.), que no vimos hasta pocos metros antes de llegar. Lo que sí
se divisaban eran los impresionantes muros grises de las puntas del
Vignemale (3.298 metros) , en contraste con el azul del cielo de este
magnífico día de verano y el blanco de la nieve del circo glaciar.
Esta cumbre parece que fue ascendida por primera vez el 2 de agosto
de 1792, ya que unos geógrafos dejaron una señal en la cima, pero
al no haberse retenido su nombre se considera como primera
ascensión "conocida" la realizada el 8 de octubre de 1837
por Henri Cazaux, guía de Luz, y su cuñado Bernard Guillembet.
Desde el lago se va ascendiendo a sucesivas amplias
plataformas, siempre con el río Ouletets de Gaube y su valle como
compañeros. Es un recorrido sencillo, sin fuertes desniveles
(exceptuando el inicial de Pont d’Espagne al embalse de Gaube si se
decide hacerlo a pie prescindiendo de los remontes que nosotros
utilizamos) hasta el refugio de Oulettes de Gaube, en la base del
Vignemale. En el ascenso desde el embalse hasta el mismo refugio de
Oulettes de Gaube se sucede la gente, desde montañeros embotados
hasta urbanitas domingueros con chanclas playeras, pero a partir del
refugio sólo van quedando senderistas y montañeros dispuestos a
asaltar las cumbres que tienen frente a ellos.
A
partir de aquí, el cauce del torrente se multiplica en cascadas.
Unas veces lo llevamos a nuestra izquierda y otras a la derecha
salvándolo mediante pequeños puentes y pasarelas. Los prados
alpinos llenos de flores en los que pastan unas hermosas vacas nos
muestran al glaciar que cada vez se siente más cercano y no podemos
dejar de pensar en los que nos dijeron quienes nos recomendaron este
sendero: el Glaciar d’Ossoue es, probablemente, el más bello de
todo el Pirineo; su larga lengua, salvando un desnivel considerable,
se prolonga más de lo que su soleada orientación podría permitir
creer, sin embargo, también se extiende cada vez menos año tras
año, como le sucede a la mayoría de los glaciares pirenaicos; y el
circo superior, es sencillamente perfecto, agarrándose a las paredes
del dilatado semicírculo rocoso que lo enmarca, el cual lo deja
fluir generosamente como solidarizándose con los montañeros.
Llegados
a la llanura formada por la morrena del glaciar, multitud de
arroyuelos de aguas heladas y cristalinas bajaban del mismo para
formar el torrente principal que habíamos seguido durante todos el
ascenso. Unos minutos sumergidas en estas aguas bastaron a nuestras
latas de bebida para casi alcanzar el punto de congelación. Tras
refrescarnos continuamos un rato más el ascenso para pisar la nieve
congelada de la lengua del glaciar. A partir de ahí no seguimos pues
no teníamos ni la impedimenta adecuada ni el tiempo necesario para
subir, al menos hasta la cumbre del Petit Vignemale, hermano menor de
nuestro pico de referencia. En el mapa se puede contemplar el
recorrido que nos hubiera gustado realizar pero las circunstancias
mandaban, así que con el regreso por el mismo camino de subida
dábamos fin a una de las jornadas senderistas más agradables de las
que hemos realizado.
He leído varias de sus entradas y me ha encantado. Gracias por compartir sus experiencias y darnos ideas para disfrutar de tantas maravillas. ¡Saludos!
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