Los españoles
fundaron esta ciudad en 1546 tras descubrir metales preciosos en la región y desde entonces pasó a convertirse en la sostén de la Corona al proveerla de
plata durante siglos. Este hecho iba a condicionar el devenir histórico de este fascinante y elegante enclave del antiguo virreinato de la Nueva España cargado
de arquitectura colonial, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO,
en medio de un terreno salpicado de cactus al borde de los semidesiertos de
norte de México.
Hay
que subir al llamado cerro de la Bufa que despunta sobre la ciudad para
disfrutar de una panorámica soberbia de una masa urbana de cantera rosácea con tejados, calles y callejuelas entre los
cuales emergen las torres de sus iglesias. Hasta allí, donde también se encuentra
un interesante conjunto monumental, se llega en un funicular que parte de un
lugar próximo a la histórica mina del Edén.
Pero
quizá lo más interesante de Zacatecas está precisamente en su entramado urbano. Su
centro histórico está abarrotado de magníficos edificios coloniales, una
imponente catedral, empinadas calles, señoriales mansiones y rincones llenos de
encanto.
No
existe una ruta prefijada sino que todo invita a deambular por unas calles con una clara herencia hispana: portales de Rosales, avenida Hidalgo, templos de
Santo Domingo y de San Agustín, plaza de Armas y Palacio de Gobierno. Sin duda la verdadera plata de la Nueva España.
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