Situada en la costa de Aquitania, a
menos de una hora de la ciudad de Burdeos, esta mole de arena frente al
Atlántico de casi 3 kilómetros de norte a sur y 500 metros de este a oeste es
uno de los sitios más visitados por los franceses. Está considerada como la más
alta de Europa, su cresta tiene más de 100 metros de altura y constituye toda
una experiencia subir a lo más alto de esta formación arenosa.
Para llegar allí tenemos que dirigirnos
a la ciudad de Arcahon, destino veraniego del turismo adinerado del país
vecino. El coche lo podemos dejar en un cómodo aparcamiento dentro de una zona
de servicios que siempre está repleto de visitantes, ya que se ha convertido en
el segundo destino turístico galo. Hay que tomar un corto sendero,
perfectamente indicado, rodeado de pinos que nos lleva directamente a la parte posterior de la duna. Durante los meses
de verano se pone una escalera de plástico y unas cuerdas a ambos lados para
hacer la subida accesible a todo el mundo.
Una vez arriba nos encontramos con un
excelente mirador de un entorno que, se mire donde se mire, recompensa por sí
solo el viaje. A un lado un mato verde formado por los pinos del bosque de Las
Landas y a otro el azul del mar y los bancos de arena de la bahía de la ciudad
Arcachon. Podemos optar por bajar a la playa o recorrer varios kilómetros por
la cresta de esta montaña arenosa. Aunque en nuestro caso el fuerte viento
hacía complicada la excursión. En cualquier caso, ya de regreso, pocos se
resisten a bajar rodando por las laderas de arena.
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