Hace ahora 16 años que el rutero
ubriqueño Juan Carlos Huércano partió de su pueblo en dirección a la comarca del Campo de Gibraltar sin saber a ciencia cierta adónde lo llevarían aquellos
senderos. Había oído decir a su padre que en cierta ocasión por esos andurriales había llegado hasta Algeciras. Por lo que, una noche de septiembre de 2001, se
animó a descubrir por su cuenta aquellos caminos, en otro tiempo tan
transitados, pero entonces aislados del mundo. Llegado a Jimena, se animó a
seguir hasta Castellar, en cuya fortaleza pasó la siguiente noche hasta que la
lluvia lo despertó bien temprano. Se propuso continuar y para su sorpresa
terminó frente al Peñón de Gibraltar.
Al año siguiente repitió la experiencia
sin saber muy porqué y al otro una persona se animó a acompañarle. Poco a poco
consiguió que lo siguieran otros senderistas al mismo tiempo que daba forma a
lo que iba a ser una apuesta personal. Aquellos caminos que separaban la Sierra gaditana de la colonia inglesa y que habían alimentado tantas historias eran de
una belleza extraordinaria. Repitiendo cada año la ruta en un sentido o en
otro, llegando incluso a partir desde lo más alto del Peñón, consiguió implicar
cada vez a más personas, gracias también a la colaboración de los clubes
senderistas por los que ha pasado. Primero fue Tritón de Prado del Rey y
posteriormente los 3 Caminos de Ubrique,
Finalmente, el club ubriqueño asumió la
organización de una prueba que había sido incluida en 2015 en el calendario de la Federación Andaluza de Montañismo. En la edición de 2016 fueron unos 90
los inscritos para pasar este año a 180 participantes. A pesar de este rápido
incremento, la prueba no ha perdido un ápice de la impronta que le daría su
promotor. Nunca ha tenido carácter competitivo y destaca por ese clima de
camaradería que llega a contagiar a
todos, gozando de merecida fama por la complicidad, cooperación y solidaridad
que se establece entre los participantes y entre éstos y la organización.
Tampoco le faltan atractivos
paisajísticos, históricos y culturales. Desde el kilómetro cero hasta el
último. Una prueba que invita también a compartir experiencias tales como el
atardecer a la sombra del Peñón, con la reserva natural presidiéndolo todo, la
noche cerrada en la travesía por la Sierra Carbonera, la frondosa vegetación y
las arenas del Pinar del Rey, en San Roque, la llegada a la Almoraima y la
subida nocturna por la calzada medieval de Castellar hasta su fortaleza y el
amanecer con el castillo de Jimena en el horizonte. Posteriormente los
senderistas han de enfrentarse al muro que representa la subida de la
Asomadillas, para posteriormente emprender la
travesía por el corazón del Parque Natural de los Alcornocales, zona
alejada de carreteras y caminos. Y finalmente, experimentar la alegría infinita
que representa la visión de Ubrique en la lejanía, las primeras panorámicas del
Parque Natural de Grazalema y el recorrido por las calles de la localidad
gaditana entre aplausos. Todo ello pasando desde el nivel del mar hasta los 800
metros de cota máxima, desde la humedad nocturna
del Pinar del Rey al calor del último tramo.
Las administraciones públicas también
han ido tomando conciencia del potencial de esta prueba. Así, por primera vez
los senderistas fueron despedidos por el ministro de Cultura y Deportes de
Gibraltar y a lo largo del recorrido fueron saludados por los alcaldes de
Jimena y Ubrique.
El ambiente de colaboración hace posible
el sueño de muchos de afrontar una travesía de un centenar de kilómetros. Es el
compromiso que suscriben cada año más personas con el deporte, la naturaleza y
la cultura.
(El reportaje fotográfico recoge la primera parte de la prueba, entre Gibraltar y Jimena de la Frontera)