lunes, 21 de agosto de 2017

Mulhacén y Veleta, techos de Sierra Nevada




La subida a los picos Mulhacén y Veleta no presenta especial dificultad por algunas de sus caras y es asequible para iniciarse en esta disciplina al no exigir demasiados retos técnicos. Sin embargo, junto al Aneto, están entre las tres máximas elevaciones de la Península Ibérica y en la estación estival atraen cada vez a más gente buscando esas sensaciones que solo se encuentran en el montañismo. Porque la alta montaña atrapa cada vez a más senderistas. 
Nuestra propuesta consiste en enlazar estos dos picos en una jornada con salida y llegada a lo que se denomina Posiciones del Veleta, adonde llegamos en bus por la carretera más alta de Europa. Para culminar esta ruta fueron necesarias algo más de 8 horas a fin de superar los 22 kilómetros que tiene y los 1.500 metros de desnivel. Una ruta exigente pero, como decimos, asequible para mucha gente porque muchos kilómetros se pueden hacer por pistas.
Desde Posiciones, una antiguas construcciones que tuvieron un uso militar, hay que afronta la subida al pico Veleta de 3.395 metros. Un ascenso relativamente cómodo desde el lugar de partida para atacar una de sus crestas. Desde esta atalaya ya tendremos una panorámica de 360 grados de todo el entorno y podremos hacernos una perfecta idea de nuestra empresa porque todo lo presiden las dos moles que vamos a subir. También divisamos desde estas alturas otras cumbres no menos importantes como La Alcazaba, Los Machos o Elorrieta, así como todo el complejo de las pistas de esquí e instalaciones de Pradollano.
Tras las fotos de rigor, iniciamos el descenso por otra de las crestas hacia el refugio de la Carihuela para conectar por una ancha pista de la que vamos a salirnos pronto para buscar el paso de Los Guías, también conocido como de Los Machos. Un tramo en pared con cadenas que representa el único punto complicado y que se puede obviar si no lo vemos claro. Tras ello retomamos la pista principal. Nos espera una larga travesía, primero junto las lagunas de Río Seco, y después la loma Pelá y lo que se denomina La Puerta, punto en el que la pista inicia un descenso.
Este recorrido por estos áridos parajes podemos acortarlo si cogemos un atajo que nos encontramos a nuestra izquierda y que nos lleva hasta el circo glaciar donde se encuentran el lago y el refugio de la Caldera. En su punto más alto tomaremos conciencia de la dura subida que nos espera hasta coronar el Mulhacén. Por ello es conveniente reponer antes fuerzas y buscar algo de sombra en el refugio.
La subida la haremos por la cara oeste del techo de la Península Ibérica. El sendero, perfectamente visible, asciende en zigzag con fuertes desniveles. En ningún momento se vislumbra la cima y caminamos por un mar de piedras que parece que no se acaba nunca. Con un sol de justicia encima,  podemos pensar que estamos en un infierno. Pero hay tomarse esta dura subida con tranquilidad para no sucumbir en el intento. Hacer algunas paradas, hidratarse para retomar de nuevo a la tarea y, cuando menos nos lo esperamos, ya estamos arriba.
Ahora toca la recompensa que venimos buscando después de superar muchos desniveles. Buscamos un horizonte limpio para alargar nuestra mirada hasta el infinito. La Alcazaba, Siete Lagunas, el propio Veleta y, los días claros, se puede ver hasta Marruecos. Cuenta la leyenda que allí yace uno de los últimos monarcas nazaríes. Existen unas estructuras de antiguas construcciones. Las fotos en el índice geodésico, que marca la máxima altura de la Península encima de la pequeña capilla de la Virgen de las Nieves, parecen obligadas. Se recomienda reservar tiempo para sentarse un poco y disfrutar de estas hermosas vistas y de todo lo que puede ofrecernos la alta montaña.

Finalmente, la vuelta la haremos por el mismo camino, buscando siempre la pista principal para no desorientarse entre este mar de nubes y la grandiosidad de esta naturaleza. 













































































(Fotos Jesús Ramírez Gutiérrez y A.M.B.)




miércoles, 2 de agosto de 2017

Ciénaga de Zapata, Cuba



Situada en la península del mismo nombre, dentro de la provincia de Matanzas, se trata de una zona  casi al nivel del mar, que se adentra en el Caribe y se inunda con frecuencia. Dicen que en otro tiempo era un lugar inhóspito, donde los mosquitos eran los principales protagonistas, y aún todavía es una zona un poco agreste y salvaje, alejada de los circuitos tradicionales, donde el turismo de masas todavía no ha llegado. Dentro de esta península se encuentra el Parque Nacional de la Ciénaga de Zapata, que fue declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2011.  
Se trata de una extensa zona en la que no faltan atractivos naturales. Un compendio de todo. Paisajes espectaculares, palmerales, densa vegetación, playas paradisiacas, corales, peces tropicales, lugares ideales para el submarinismo, criaderos de cocodrilos, extensas marismas, aves migratorias; pero también bahías con historia, escenarios de la Guerra Fría y poblados aborígenes.    
En nuestro caso, comenzamos la visita por la zona del embarcadero de La Boca. Allí se debe tomar una lancha motora que nos lleva a través de un largo canal hasta la Laguna del Tesoro, donde, según la leyenda, los tainos escondieron sacos de oro que nunca fueron encontradas por los conquistadores españoles. Desde este extensa laguna de agua dulce se accede a una serie de pequeñas islas unidas por puentes de madera y el poblado taino donde, rodeado de palmeras, se recrea lo que debió ser este primitivo asentamiento anterior a la llegada de los europeos. 
Se continúa por una carretera costera donde el mar presenta un color azul que nos parece irreal. Se trata de la Playa Larga, otra de las maravillas de esta zona. Nadie se resiste a parar para darse un baño en estas aguas cristalinas. La costa en algunos lugares es un poco dura y rocosa por lo que se han colocado escaleras. Pero una vez en el agua enseguida nos veremos rodeados de peces tropicales de todos los colores. Una maravilla. Muy cerca de allí se encuentra la llamada Cueva de los Peces, que es una laguna interior de 70 metros de profundidad y que está conectada por túneles subterráneos con el mar. 

Cerca también de este lugar, en realidad una prolongación de la Península, se encuentra uno de los escenarios principales de la Guerra Fría: Playa Girón, dentro de la Bahía de Cochinos. Aquí se ha montado un museo que recrea este episodio bélico tras el intento de invasión por parte de fuerzas anticastristas en abril de 1961.