Dicen que en esta formación rocosa del sur de Suecia
comenzó hace miles de años el deshielo que permitió el poblamiento de la actual
Escandinavia. Se trata, por tanto, de un lugar simbólico para sus habitantes.
Casi el origen de estas tierras situadas al norte de Europa.
El geógrafo Linneo fue el primero en dar
cuentas de estos lugares y los turistas no llegaron hasta mediados del siglo
XIX. Hoy esta zona ha sido declarada reserva natural y es muy visitada por los
suecos. Aproximadamente medio millón de ellos recala cada año en estas costas
y la ciudad de Molle constituye sin duda su centro turístico más conocido
Situada en la región de Escania, hoy
Kullaberg constituye un tramo del sendero de Kullaleden, calificado de alta
calidad por la Asociación Europea de Senderismo. Aquí los acantilados ponen fin
de manera abrupta a los ricos campos de cultivo y bosques de esta zona, pero el cabo se introduce en el mar frente a una de las
vías marítimas más transitadas del viejo continente y la silueta de este
promontorio de origen volcánico parece saludar a los buques que atraviesan el
estrecho de Oresund.
Se trata de la última de las rutas
llevadas a cabo por la Federación Andaluza de Montañismo con motivo del
encuentro senderista Eurorando, que tuvo
lugar en la región de Escania en septiembre de 2016. En estas latitudes nos
introducimos en una de las partes más interesantes del todo el sendero de más
de 70 kilómetros. La ciudad de Molle fue el punto de partida y final de esta ruta circular. Existen dos senderos principales que desembocan en la
península y que aparecen marcados con símbolos de color rojo y azul, aunque
existen otros perpendiculares de color amarillo que sirven de enlaces entre
ellos.
Sin duda estamos ante uno de los tramos
más interesantes de todo este sendero largo recorrido. Siempre paralelo a la
costa, los caminos no pierden en ningún momento el ambiente marino y caminamos
entre acantilados que caen al mar y por bosques de hayas y abetos.
El punto más conocido lo constituye
este promontorio elevado de unos 78 metros sobre el nivel del mar. En una de
las puntas de este cabo conviven un faro de 1900 y otro de leña que se sitúa en
este lugar desde hace siglos. El primero de ellos es el más potente de
Escadinavia, en tanto que el segundo es un cesto colgante con carbón que se
remonta a 1500. Encima de estos acantilados se fusionan las luces de estos
faros históricos y nos parece que desde tiempos remotos empezaron a iluminar
estas costas salpicadas de pueblos de pescadores. Hasta el azul del mar parece
más brillante. Es la luz de Escandinavia.
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