martes, 22 de noviembre de 2016

Monte Huma



Una enigmática mole caliza de casi 1.200 metros de altitud domina un  entorno andaluz único formado por el Valle de Abdalajis, el desfiladero de los Gaitanes, el Caminito del Rey, los embalses del Tajo de la Encantada y de Guadalhorce, el poblado de El Chorro y la antigua fortaleza mozárabe de Bobastro. Muchos atractivos en un palmo de terreno y una interesante ruta circular de unos 14 kilómetros que no conoce tregua por las constantes subidas o bajadas organizada por el Club Senderista 3 Caminos de Ubrique en un luminoso día de otoño.   
Hay que partir de la propia estación ferroviaria de El Chorro por la denominada Haza del Río. Al principio el camino discurre por pistas rodeado de pinos que coincide con un tramo del sendero de largo recorrido GR-7. Aproximadamente a unos dos kilómetros, en una curva, nos salimos a la izquierda buscando las primeras paredes verticales de  esta sierra y donde puede ser frecuente encontrarse con escaladores. El sendero nos lleva hasta unos escalones de piedra de más de 200 peldaños repartidos en varios tramos  hasta que llegamos a un pequeño puerto, ideal para hacer el primer descanso
Siempre en ascensión, caminamos entre olivos y almendros por una meseta en las proximidades del cortijo de Campedrero hasta que nos encontramos con nuevas paredes rocosas y el grupo de senderistas tiene que estirarse para superar esta falla natural. Pronto se llega a la peña del Estudiante, donde parece obligatorio sacarse una foto planeando a bordo de esta inmensa roca que quiere dominar el horizonte. Una imagen que no por repetida deja de sorprendernos. Pero estamos rodeados de un paisaje de grandes fósiles que evocan otras eras geológicas de fondos marinos. Cerca de allí, un repecho más, y alcanzamos la cima donde se alza el punto geodésico del Huma. El horizonte se abre hacia otras vertientes y si levantamos la mirada son reconocibles los perfiles de varias provincias andaluzas.     
A partir de entonces iniciamos una bajada muy pronunciada en zig-zag por el fuerte desnivel para llanear después por la falda de esta montaña y siguiendo el surco de un pequeño arroyo. Hasta que encontramos de nuevo las marcas rojas y blancas del Gr-7 y un carril que nos lleva al punto de partida     





































































viernes, 11 de noviembre de 2016

Kullaberg, luz de Escandinavia


Dicen que en esta formación rocosa del sur de Suecia comenzó hace miles de años el deshielo que permitió el poblamiento de la actual Escandinavia. Se trata, por tanto, de un lugar simbólico para sus habitantes. Casi el origen de estas tierras situadas al norte de Europa.
El geógrafo Linneo fue el primero en dar cuentas de estos lugares y los turistas no llegaron hasta mediados del siglo XIX. Hoy esta zona ha sido declarada reserva natural y es muy visitada por los suecos. Aproximadamente medio millón de ellos recala cada año en estas costas y la ciudad de Molle constituye sin duda su centro turístico más conocido
Situada en la región de Escania, hoy Kullaberg constituye un tramo del sendero de Kullaleden, calificado de alta calidad por la Asociación Europea de Senderismo. Aquí los acantilados ponen fin de manera abrupta a los ricos campos de cultivo y bosques de esta zona, pero el cabo se introduce en el mar frente a una de las vías marítimas más transitadas del viejo continente y la silueta de este promontorio de origen volcánico parece saludar a los buques que atraviesan el estrecho de Oresund.
Se trata de la última de las rutas llevadas a cabo por la Federación Andaluza de Montañismo con motivo del encuentro senderista  Eurorando, que tuvo lugar en la región de Escania en septiembre de 2016. En estas latitudes nos introducimos en una de las partes más interesantes del todo el sendero de más de 70 kilómetros. La ciudad de Molle fue el punto de partida y final de esta ruta circular. Existen dos senderos principales que desembocan en la península y que aparecen marcados con símbolos de color rojo y azul, aunque existen otros perpendiculares de color amarillo que sirven de enlaces entre ellos. 
Sin duda estamos ante uno de los tramos más interesantes de todo este sendero largo recorrido. Siempre paralelo a la costa, los caminos no pierden en ningún momento el ambiente marino y caminamos entre acantilados que caen al mar y por bosques de hayas y abetos.  

El punto más conocido lo constituye este promontorio elevado de unos 78 metros sobre el nivel del mar. En una de las puntas de este cabo conviven un faro de 1900 y otro de leña que se sitúa en este lugar desde hace siglos. El primero de ellos es el más potente de Escadinavia, en tanto que el segundo es un cesto colgante con carbón que se remonta a 1500. Encima de estos acantilados se fusionan las luces de estos faros históricos y nos parece que desde tiempos remotos empezaron a iluminar estas costas salpicadas de pueblos de pescadores. Hasta el azul del mar parece más brillante. Es la luz de Escandinavia.