jueves, 7 de mayo de 2015

Noche de gamones en Ubrique




El ritual se repite cada año en Ubrique desde tiempo inmemorial. Pero nadie acierta a desentrañar su significado. Carecemos de datos. No existen documentos escritos. Ni testimonios fehacientes. Tampoco se ha podido dar una explicación histórica coherente. Nos movemos en los terrenos de las hipótesis para explicar un fenómeno ya centenario. Un verdadero enigma porque su historia es una sucesión de interrogantes. Nadie puede llegar más allá de su memoria particular
Sin embargo pocas fiestas tan enraizadas en el inconsciente colectivo como la crujida de gamones del 3 de mayo. Pertenece al imaginario de la mayoría de los ubriqueños. Forma parte de sus tradiciones. Es una suma de recuerdos. Porque en este terreno cada uno aporta esa memoria individual y sus vivencias. Una memoria que nos retrotrae inevitablemente a los recuerdos infantiles. Lleva directamente a ese rincón del corazón que tenemos reservado para esos recuerdos que queremos preservar a toda costa pase lo que pase para volver a mirarnos en ellos de vez en cuando. Durante muchos años fueron los niños los verdaderos animadores y los más empeñados en que esta fiesta no se perdiera. La mayoría de las veces de forma espontánea. En ellos ha tenido siempre esta fiesta una sólida cantera. Finalizada la Semana Santa esta legión se entregaba a las tareas de acarrear leña para alimentar el fuego de las hogueras Era el objetivo prioritario y lo que le daba verdadero sentido a esas semanas. La tensión iba creciendo conforme se aproximaba la fecha y cualquier triquiñuela era válida para tener la candela más grande. Y el secreto mejor guardado los lugares donde había gamones.
Son plantas que crecen en el entorno serrano de manera natural. Las matas de gamones desarrollan estas enormes varas que florecen por las puntas. Hay que introducirlos en los rescoldos de las candelas y esperar el momento justo. Hay que acerca la planta al oído para escuchar el silbido cuando entra en ebullición la savia. Es el momento adecuado para golpear sobre unas piedras. El crujido se asocia con los buenos deseos. Estas explosiones envuelven la sierra y sus ecos llenan de esos  buenos deseos todo este entorno.
Esta fiesta de la naturaleza es hoy un imán que atrae a ubriqueños de todas las edades y a muchos forasteros. Poco importa su significado. Es ya esa suma de recuerdos. Una tradición que tiene vida propia y que se ha convertido en un patrimonio local. Cada mes de mayo las candelas encienden la noche ubriqueña. Una fiesta luminosa y sorprendente. Casi una noche mágica. Ni más ni menos que la celebración de la primavera en este enclave serrano.