Entre el mar y la montaña, se trata de una pequeña localidad de la costa asturiana, con un típico puerto pesquero al pie de la sierra de Cuera. Esta villa marinera está especializada en la pesca de la langosta y es también un centro veraniego apacible. Muy recomendable para visitar en un día, para hacer un alto en el camino y respirar aire urbano durante nuestras experiencias montañeras por los Picos de Europa.
En la parte más
alta su espléndido parque de altura, el paseo de San Pedro, que disfruta de unas
privilegiadas panorámicas de la ciudad, sus acantilados y sus bonitas playas arenosas.
Pero uno de los símbolos de la ciudad son los Cubos de la Memoria, bloque de hormigón
para proteger el puerto que es obra del pintor vasco Agustín Ibarrola.
También podemos
dar una vuelta para conocer los palacios, algunos muy conocidos por el cine, para
los veraneos de la aristocracia, así como las mansiones de los indianos.
Asimismo, desde la localidad podemos recorrer los escarpados acantilados con sus magníficas calas.