Este pequeño pueblo medieval es uno de
los lugares más visitados por los franceses. Aferrado a los afilados riscos de la garganta del río Alzou, su imagen es una de las más conocidas y
repetidas en guías turísticas. Fundada por un ermitaño como lugar de
retiro, desde el siglo XII es uno de los enclaves de peregrinación del mundo
cristiano.
La leyenda dice que se aprovechó la
cercanía del Camino de Santiago para desviar a este lugar a los peregrinos y
con el dinero que dejaban se aprovechó para construir 12 santuarios excavados
en la roca, de los que se conservan siete hoy. El más importante el de la Virgen Negra.
La ciudad tiene una única calle y está presidida por un castillo con vistas
magníficas sobre los acantilados. Desde allí vemos que el pueblo está
incrustado en la roca y con niveles superpuestos. Casi desafiando la gravedad.
Después se puede bajar por el Camino de la Cruz hacia el santuario para llegar
a la puerta de San Marcial por la que accedemos a una plaza de construcciones
religiosas. Algunas de estos edificios, están declarados Patrimonio de la Humanidad.
Sin duda el lugar más interesante de esta población que nos transporta enseguida a otra
época y nos asombra por el lugar donde está construida.