lunes, 27 de noviembre de 2017

Memoria y naturaleza en el Valle del Genal. Travesía Faraján- Pujerra


 Cada otoño muchos senderistas no pueden quitarse de la cabeza este rincón de la provincia de Málaga. Para ellos esta estación empieza y termina en los castañares del Valle del Genal Se discute y se hacen todo tipo de cábalas sobre cuál puede ser el mejor momento para visitarlo. Se busca el más óptimo para disfrutar del espectáculo de la naturaleza, cuando los colores de las hojas de los castaños se superponen, se mezclan en una estampa impresionista. Como artistas que acuden a la naturaleza en busca de luz y de inspiración, se persigue esa gama de colores con todas las tonalidades imaginables. Los numerosos verdes parecen dar paso a infinitos tonos entre amarillos, anaranjados, rojizos y ocres.

Esos días muchos se dejan atrapar por el indudable magnetismo que tiene esta zona. Pero a la vez, y pese a este indudable aluvión, El Genal se nos presenta también como un rincón aparte, secuestrado del mundo. Y uno puede sumergirse en las profundidades de estos valles buscando los ecos de un tiempo pasado. Un viaje a la memoria.

La propia toponimia de estos lugares evoca un pasado de dominación musulmana. Los primeros pobladores bereberes que colonizaron estas tierras desde el siglo VIII establecieron sus aldeas en estas laderas a un lado y otro de estos valles para articular una economía que tenía su base en el agua. Unos pueblos blancos que cuelgan encaramados en las laderas de las sierras: Igualeja, Cartajima, Pujerra, Jubrique, Faraján, Parauta y Genalguacil.

Estos pobladores buscaban las fuentes y manantiales para diseñar toda su arquitectura de irrigación. Un trabajo colectivo para conjugar el líquido elemento y la orografía del terreno, regulando los turnos con la figura del alcalde del agua, un anciano con prestigio.

En pocos lugares puede apreciarse como en las chorreras de Balastar, en Faraján. Desde las pequeñas huertas de las terrazas superiores  buscaban un uso racional del agua y de la tierra. Tenían prioridades los hortelanos de arriba y el sobrante se precipitaba por cascadas. Y podemos apreciar todavía esos ecos en sus huertas y acequias, en sus métodos de irrigación, en los cultivos mediterráneos de cítricos, ciruelos, higueras, nogales, nísperos, granados y caquis.

La propuesta senderista del Club Senderista Camino y Jara parte de  la localidad de Faraján para iniciar enseguida una bajada buscando esas terrazas de cultivo. Hoy en día el Ayuntamiento de aquella localidad ha habilitado un recorrido circular, que nos lleva hasta las chorreras. Aunque todavía parece un lugar difícilmente accesible, por el fuerte desnivel que hay que superar. Pero siempre nos llevamos una sorpresa cuando estamos a los pies de estos saltos de agua de más de 20 metros.

Después se emprende otra fuerte bajada buscando el río Genal, que hay que atravesar por el paso conocido como La Puente. Después toca subir todo lo que hemos bajado por la otra vertiente con fuertes desniveles para llegar hasta la antigua arquería morisca de Chúscar, donde se calcula que llegaron a vivir unas 200 personas. Tras ello, otra subida continua y sin remedio hasta la cumbre del pico de El Jardón, máxima elevación de la zona con sus 1.158 metros y lugar privilegiado para tener una amplia panorámica de la zona y de su entorno gaditano y malagueño. Un lugar ideal para tomar aliento y reponer fuerzas.

Después tenemos que afrontar una vertiginosa bajada por un cortafuegos. El sendero nos quiere llevar a Pujerra, pero lo que de verdad encontramos es el reino del castaño. El camino que nos resta es un placer para los sentidos. El espectáculo de la naturaleza.