Quizás nadie ha definido mejor la encrucijada de culturas de esta ciudad que Juanita Narboni, personaje de ficción de una novela del escritor Ángel Vázquez, hija
de un inglés de Gibraltar y de una andaluza, cuando decía: “Gracias a Dios que
hemos nacido en una ciudad donde no somos del todo cristianas, ni del todo
judías, ni del todo moras. Somos de lo que quiere el viento. Una mezcla”.
Verdadera puerta de África, Tánger ha
sido capital de la antigua Mauritania Tingitana romana durante cinco siglos, ha
formado parte del Imperio Bizantino, ha contemplado la llegada de visigodos,
árabes, portugueses, españoles e ingleses. Fue declarada Ciudad Internacional
durante los años 40 y 50 del pasado siglo, cuando se convirtió en un nido de
agentes secretos y refugio de artistas e intelectuales de todo el mundo, antes
de formar parte del Reino de Marruecos.
Hoy esta ciudad sigue irradiando
misterio y continúa siendo ese lugar de leyenda que atrae como un imán a
personajes de todo el mundo tras los ecos de aquella ciudad internacional,
morada también de la generación beat. Y
aún podemos perdernos por ese Tánger que conserva ese espíritu mestizo que se
respira en numerosos rincones de la ciudad.
Quizás en pocos lugares como en sus hoteles
y cafeterías que reflejan ese mundo de
lujos decadentes y mezcla de estilos orientales. Como El Minzah, con su interminable lista de
huéspedes ilustres; el más modesto hotel Fuentes, en el zoco chico, antiguo
foro romano, y verdadero epicentro de la ciudad antigua; el Continental, que
mira al mar desde lo alto de las murallas, o la sofisticada Villa Josephine, ya
en la periferia de la ciudad.
Pero esos ecos también lo podemos
encontrar en el estratégico Café París, entre La Medina y el boulevar Pasteur,
antiguo lugar de encuentro de escritores, o en la legación Americana, hoy
convertida en museo y donde también se puede saborear el aire de los años 50
tangerinos. Aunque nada como perderse por las callejuelas de la Medina, ese
museo al aire libre, que nos lleva hasta la atalaya de la Kasbah, la ciudad
fortificada, donde se ha abierto un atractivo espacio cultural.
Hoy Tánger está inmersa en un proceso de
transformaciones que ha ido cambiado poco a poco la cara de una ciudad que
quiere adaptarse a los nuevos tiempos. Pero continúa siendo esa encrucijada
entre Oriente y Occidente, Norte y Sur, Atlántico y Mediterránea, que ha
forjada una leyenda que ha inspirado y sigue inspirando tanta literatura.