Jostedal es el parque de los glaciares
europeo por excelencia. Su glaciar es el mayor de todo el continente, un inmenso bosque de hielo protegido como
parque nacional cubre casi 500 km cuadrados, y el de Brisksdalsbreen es el
brazo más conocido. Desde una altura de 1.200 metros va cayendo este brazo
hacia el fértil valle del mismo nombre. Este espacio natural ofrece fascinantes
contrastes. Prados de flores se deslizan hacia impresionantes saltos de agua,
románticas cabañas se reflejan en tranquilos lagos de color turquesa, rodeados
por escarpes e imponentes montañas. Los ríos brotan en caídas salvajes en un
alocado camino de agua hacia el mar, dicen que como si tuviesen prisa después
de tantos años atados al hielo.
Sin
duda un paraíso un poco apartado de los circuitos turísticos pero que se
encuentra entre dos lugares tan conocidos como Sognefjord y Geiranger.
En
nuestro viaje hemos utilizado como base la ciudad de Alesund, un enclave entre
fiordos distante de Bergen unos 400 kilómetros hacia el norte. Hay que coger la
carretera hasta Stryn para continuar bordeando su fiordo hasta llegar a Olden,
aquí se abandona la costa para adentrarse hacia el sur por el valle de Oledal,
un paisaje de lagos y montañas cubiertas de hielo. Tras 24 kilómetros la
carretera se acaba y hay que abandonar el coche para llegar a Briksdal, centro
de actividades de montaña, y el lugar más accesible del glaciar a través de un
paisaje de enorme atractivo. Desde allí hasta la cima se puede subir en coche
eléctrico, el "vehículo troll", o caminando por un sendero paralelo
al río de unos 3 kilómetros. Tras una hora de caminata se llega a la lengua del
Briksdalsbree. Ahora mismo resulta difícil acercarse al hielo ya que cada año
retrocede un poco debido al cambio climático.
Las
siguientes fotos han sido captadas un día lluvioso y desapacible, pero no por
ello menos atractivo por todos sus contrastes.