El conjunto de sierras que rodea la
fachada litoral del Campo de Gibraltar determina el clima de esta zona porque
actúa a modo de muralla que hace que los vientos húmedos dominantes descarguen
sobre esta cadena montañosa. Ello da lugar a un microclima que permite que,
sólo a unos kilómetros de Algeciras, nos
encontramos con los bosques de nieblas y las gargantas más bellas del Parque
Natural de los Alcornocales.
Las elevaciones conocidas como las
Esclarecidas dominan algunas de las vertientes de este entorno privilegiado. Se
puede acceder por varios lugares para disfrutar de limpias y espectaculares
panorámicas de las profundidades de estas gargantas, la bahía de Algeciras y el
Estrecho. Incluso los días de nubes bajas, como fue nuestro caso, el entorno no
pierde atractivo, sino que en su estado natural nos permite respirar y sentir
la naturaleza en estado puro.
Por otra parte, la naturaleza
típica de estos canutos es la de alcornocal con helechos y bosques de galerías.
La vegetación es alta y espesa.
La salida conjunta de los clubes
senderistas Camino y Jara de Algeciras y los 3 Caminos de Ubrique nos llevó
hasta las Esclarecidas Altas con subida a través de la garganta de Fuensanta y
bajada por el río de la Miel. Para muchos de nosotros todo lo que puede
depararnos estos montes viene asociado a la figura del rutero Paco Cabrera. Su
identificación con el paisaje resulta inevitable para los que hemos conocido
este entorno de su mano. En un medio en el que se mueve como nadie, practica de
alguna manera lo que podemos denominar como “senderismo de autor”, porque él
mismo ha abierto veredas, ha recuperado otras centenarias que se estaban
perdiendo, y para ello ha colocado hito y señalizado rutas, ha dado nombre a
fuentes y manantiales y a numerosos lugares emblemáticos. Incluso ha conservado
la memoria de los antiguos habitantes de la zona. Una experiencia creativa
porque siempre parece que estamos descubriendo un entorno, en muchos aspectos
aislado, que no para de depararnos sorpresas.
La salida de nuestra caminata fue
en la barriada algecireña de el Cobre. Tras aproximarnos al campo de tiro, hoy
en desuso, y detenernos en el llano, o huerto, de los Mellizos, se atraviesa
el arroyo Matapuercos, en esta ocasión
sin demasiadas dificultades porque no venía cargado de agua. A partir de ahí se
toma un tramo de restos empedrados de la Trocha, antiguo camino que unía
Algeciras con el oeste de la provincia gaditana evitando la costa. Una zona antaño
muy transitada y cuyo testimonio principal es el ventorrillo de la Trocha,
aunque hoy en ruina, todavía visible. Se
sigue por este un carril en dirección norte para desviarse a la izquierda
buscando los restos del antiguo balneario de Fuensanta, Se trata de un enclave
que conoció su esplendor en el siglo XIX y que conserva algunas estructuras de
lo que fue un complejo de relativa importancia. Un poco más abajo se encuentra
la fuente de aguas sulfurosas. Tras superar de nuevo el arroyo, penetramos en una
zona muy frondosa y que, aunque perfectamente marcada, hay que tener mucho ojo
para no perderse, por lo que hay que caminar muy atentos. Estos caminos nos
llevan hasta las Esclarecidas Medias. Nos encontremos en el vértice entre la
garganta que hemos subido y el río de la
Miel. Un cortafuego puede servir para orientarnos y continuar otra vez en
dirección norte por estas cretas. Nos espera un nuevo y exigente ascenso hasta
la cumbre de las Esclarecidas Altas, que en su cota máxima alcanza los 600
metros. La visibilidad no era buena y nuestro horizonte por tanto limitado.
Pero dominamos la cabecera del río de la Miel que parece un manto de vegetación
a nuestros pies.
A partir de ahí, y tras reponer
fuerzas en medio de un bosque de alcornoques, se inicia una bajada hacía el río
de la Miel. Detrás de nosotros vamos dejando el carril de las Corzas, al que no
hemos llegado, y a un lado el sendero de los Prisioneros. Todavía no vemos el
curso fluvial, pero lo escuchamos porque bajamos por su vertiente izquierda.
Hasta que nuestro guía decide abandonar este vereda principal para coger otra
que pocos conocen y que desemboca directamente en la rivera. Este tramo final
de la caminata resulta sorprendente. Nos esperaba una sucesión de saltos de
agua en medio de una vegetación que nos ofrece toda las gama de verdes
imaginables propios de estos bosques de galerías. Un lugar casi de cuento. En
sus verdores y humedades, sin duda uno de los rincones más bellos del Parque
Natural.
Antes de regresar al punto de
partida, tras esta ruta circular, todavía nos quedaba recorrer los restos del
molino del Águila y atravesar el histórico puente de la Miel.