Cada otoño el Genal
actúa como un imán que atrae a numerosos senderistas y amantes del medio
ambiente en busca del espectáculo de la naturaleza en otoño. Es lo que se conoce
como la “primavera del cobre” que estalla en este recóndito valle entre finales
de octubre y noviembre. No tiene precio perderse por estos bosques de castaños
escuchando únicamente el ruido de nuestros pasos sobre las hojas que invaden el
suelo. Ese manto otoñal, así como las múltiples sinfonías de colores de los
árboles, que abarca toda la gama de verdes y amarillos que podamos imaginar,
constituye la mejor postal otoñal
Pero igualmente
atractivo resulta subir hasta las alturas de estos parajes para descubrir
nuevas perspectivas y disfrutar de bellas vistas panorámicas de la enigmática
belleza de este mundo aparte situado en el corazón de la Serranía de Ronda. El
Genal y su entorno en toda su plenitud con toda su riqueza vegetal.
Por ello, en esta
ocasión la propuesta senderista del Club Camino y Jara consistía en una
travesía del Alto al Bajo Genal a través del monte Jardón, en Sierra Bermeja,
donde se unen las dos vertientes. La altura máxima es de 1.150 metros y con un
desnivel de 500 metros.
Tras llegar a
Pujerra por sus estrechas carreteras, hay que tomar el camino de Estepona para
conectar con otro carril que nos encontramos a nuestra izquierda. Tendremos una
pequeña subida hasta el alto de la Loma, desde donde ya se puede ver el arroyo
de la Hiedra. Allí se inicia una bajada que debe llevar hasta el asfalto de la
carretera de Pujerra a Puerto del Monte. Pero hay que estar muy atentos porque
es necesario abandonar pronto la calzada para continuar por un empinado
cortafuego, que hay que acometer con paciencia. Después de este esfuerzo, se llega al alto del Jardón, rodeado de pinos, y donde se sitúa un
punto geodésico y, más abajo, una caseta de vigilancia. El premio es
inconmensurable.
Ante nosotros el
Genal en su conjunto. Sus pueblos blancos cuelgan encaramados en las laderas de
las sierras calizas y se funden con ese entorno. Igualeja, Cartajima, Pujerra, Júzcar (un enclave
azul), Alpandeire, Faraján, Parauta y Genalguacil. Pueblos vecinos pero
separados por profundos valles de bosques de castaños. Y un poco más lejos,
Algatocín, Benalauría, Benadalid y Gaucín y todas las sierras del entorno.
Empezando por la Sierra de las Nieves con su máxima elevación, El Torrecilla. Y
si giramos hacia el sur, los Reales de
Sierra Bermeja y Sierra Crestellina, incluso las aguas del mar Mediterráneo.
También se puede observar el macizo de Líbar y a su derecha la Sierra del
Pinar, Sierra Blanquilla, con el cerro del Martín Gil, y Sierra del Palo.
A partir de esta punto, con vistas hacia las
dos vertientes del valle, se inicia el descenso hacia el Bajo Genal. Pero, a
modo de despedida, nos volveremos a encontrar inmersos en el reino del castaño,
que ya han dejado caer los erizos, esas capas cubiertas de espinas que
contienen sus frutos. La primera visión de Jubrique, encajonado entre
valles, es desde la alturas y marca el
anuncio del final de esta travesía.