Antonio Morales Benítez
Para
muchos Marrakech es la ciudad más emblemática y la puerta de entrada en
Marruecos. Tiene muchos colores porque puede cambiar de tonalidades según la
hora del día y está rodeada de palmerales del desierto y de cumbres nevadas. Aunque
existe un predominio bereber, desde hace muchos siglos ha sido y sigue siendo
una encrucijada de culturas y de caminos. Desde su fundación fue un destacado enclave
comercial y sus zocos son los más importantes del país.
El principal mercado está en la Medina
y se accede desde la popular y bulliciosa plaza Jenáa El- Fna, verdadero
epicentro y donde late el corazón de la ciudad. Allí se dan cita todo tipo de
personajes: músicos, encantadores de serpientes, cuentacuentos, etc…Durante la
noche se convierte en un restaurante al aire libre. Muy cerca se encuentra la
Kutubia, obra maestra del arte hispanomusulmán.
La visita a los zocos debe comenzar
delante del café de Francia. Este mercado, con ocho siglos de antigüedad, ha
servido de punto de encuentro de las caravanas que partían al desierto. Las
tradiciones centenarias y los oficios olvidados siguen estando presentes.
No existe un itinerario recomendado por
lo que es mejor dejarse llevar por las sensaciones y sumergirse en este auténtico
viaje a la Edad Media